Por Padre Bernardo Lara
SAN DIEGO — Cuando era niño, siempre me preguntaba por qué el Día de la Madre se celebra el 10 de mayo en México y el segundo domingo de mayo en Estados Unidos, mientras que el Día del Padre se celebra el mismo día en ambos países.
Era una de esas curiosidades sin mucha importancia, pero me llamaba la atención. Ahora estamos entrando en el sexto mes del año, y con ello se acerca la festividad del Día del Padre. Así como el amor de una madre refleja el amor de Dios, el amor de un padre, cuando es sincero, también expresa el cariño y la preocupación que Dios tiene por nosotros. Basta recordar que la primera persona de la Santísima Trinidad es conocida como «el Padre». Además, Cristo mismo se refería a Él con este título, como se refleja en la oración que nos enseñó: “Padre Nuestro”.
La presencia y el cariño de un papá transforman la vida de una persona. Sin embargo, por motivos culturales, el rol de un padre a menudo se ve deformado y menospreciado. Hasta hace poco, se esperaba que los padres fueran inmunes a las muestras de afecto para “demostrar que son hombres”, hasta el punto de que un abrazo o un beso podían ser vistos como algo raro. Ni hablemos de la mentalidad de “los hombres no lloran”.
Como consecuencia, muchos padres se volvían fríos y desapegados de su familia. Para empeorar las cosas, muchos recurrían al alcohol u otros vicios como una forma de liberar los sentimientos reprimidos. Esta es una de las razones por las cuales es más común que falte un padre en una familia que una madre.
Las intenciones de las Misas lo demuestran: hay más personas ofreciendo Misas por el Día de la Madre que por el Día del Padre. Y es comprensible. Sin embargo, también debemos reconocer que muchos padres necesitan cariño, quieren a su familia, se sacrifican, proveen, arreglan y ayudan.
Aunque los defectos de un padre pueden ser muchos, la Iglesia nos recuerda que en Dios Padre y en San José encontramos el modelo perfecto de paternidad. Esto nos muestra que el amor sincero de un padre también es reflejo del amor de Dios. El Papa Francisco lo expresó en 2020: “Jesús vio la ternura de Dios en José: ‘Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen’ (Sal 103,13).” Recemos en este mes por todos los papás.