La Virgen María, Un Ejemplo para Nosotros

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Foto ilustración por Remí Valle, de Unsplash.com.

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Por Padre Bernardo Lara
SAN DIEGO — Dentro de la liturgia, me atraen especialmente las festividades dedicadas a la Virgen María.
Entre las celebraciones más conocidas se encuentra la de Guadalupe el 12 de diciembre. Sin embargo, existen muchas otras que a menudo pasamos por alto, como Nuestra Señora de Lourdes en febrero o Santa María Reina en agosto. En septiembre, recientemente celebramos dos fiestas marianas: el cumpleaños de la Virgen el 8 y la fiesta del Santísimo Nombre de María el 12. El 7 de octubre conmemoramos a la Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario.
Estas festividades siempre me dejan una profunda reflexión. Este año, la fiesta del Santísimo Nombre de María fue particularmente reveladora. El Evangelio de ese día, tomado del Evangelio según San Lucas, nos invita a “amar a nuestros enemigos”, a “bendecir a quienes nos maldicen” y a “poner la otra mejilla”. Este llamado es desafiante, especialmente en una época en la que, sin darnos cuenta, estamos inmersos en una cultura que premia la agresividad. En la actualidad, parece que quién grita más fuerte, insulta con mayor vehemencia o menosprecia a los demás, es quien prevalece. Lo observamos en las redes sociales, en la política, en las noticias e incluso en nuestras familias.
Esta cultura nos empuja a centrarnos en nosotros mismos: primero mi país, mis gustos, mi comodidad, y luego, si queda algo, para los demás. Hemos llegado a tal extremo que desestimamos a las personas por su pobreza, edad, estatus o nacionalidad. Incluso en los matrimonios, se perpetúa esta actitud lamentable, donde se considera que el hombre que grita más es el más “macho”, por ejemplo.
Esta visión está lejos de lo que enseña el cristianismo. La verdadera fortaleza reside en sacrificarse, en controlar nuestros impulsos, y en dedicarse a la salvación de los demás. El encerrarse en un egoísmo mental no es fruto de una vida cristiana.
El Evangelio nos enseña claramente que debemos amar como Cristo amó: con sacrificio, con dolor y con nuestra propia vida. Nuestra Madre Santísima, a pesar de ser joven y pobre, entregó su vida para que naciera Jesús, por el bien de la humanidad y la salvación del mundo. Ella no veía al extranjero como una amenaza, al pequeño como un obstáculo, al anciano como una carga, ni a los pobres como un peso económico.
Oremos para que recibamos la misma gracia que llenó a la Virgen María, para que podamos amar como Jesús, abriéndonos a la vida y a los que están en las periferias, siguiendo el verdadero espíritu del Evangelio.

El padre Bernardo Lara sirve en la Comunidad Católica de Brawley. Es conductor del programa semanal de radio «Vive Feliz», que se puede escuchar los domingos a las 8 a.m en 102.9 FM. Se puede contactar en el correo fatherbernardolara@gmail.com.

 

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