CHULA VISTA –– La Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Chula Vista está concluyendo una celebración de un año por su 80º aniversario.
El cardenal Robert W. McElroy y dos de los obispos auxiliares de la diócesis se unirán a la comunidad para celebrar la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre.
El cardenal McElroy será el celebrante principal de la Misa de las 6 p.m. Los concelebrantes incluirán al obispo auxiliar Felipe Pulido, al padre Giovanni Bizzotto, superior provincial de los scalabrinianos, al padre Bruce Osborn, ex párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, y a otros sacerdotes scalabrinianos. Además, el obispo auxiliar Ramón Bejarano presidirá la Misa de las 9 a.m. ese mismo día.
La celebración del aniversario de la parroquia comenzó el año pasado, precisamente en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, con una Misa presidida por el obispo Bejarano, quien bendijo una campana de la iglesia para conmemorar la ocasión.
El padre scalabriano Hily Gonzáles, párroco de la iglesia desde hace más de tres años, se sumergió en la historia de la parroquia mientras comenzaba a preparar las celebraciones del aniversario a finales de 2023.
“Al actualizar la historia de la parroquia, me contacté con algunos feligreses mayores, quienes nos compartieron fotos e información valiosa”, relató. “También revisé el archivo diocesano y descubrí datos interesantes sobre la parroquia”.
El sacerdote comentó que compartió sus descubrimientos con los feligreses, creyendo que era importante que los miembros actuales de la parroquia conocieran —y agradecieran— los “sacrificios” de las generaciones pasadas y entendieran que “ahora es tarea de ellos” mantener lo que han heredado.
La Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe construyó su primera iglesia en 1944 en la esquina de las calles Anita y Fresno, bajo la dirección de su párroco fundador, el padre Vincent Cizauskas (1944-1945). El pequeño edificio contaba con solo ocho bancas a cada lado.
A mediados de los años 50, a medida que aumentaba el número de feligreses, se hizo evidente la necesidad de una iglesia más grande. El padre Jacob DeMoore, párroco en ese entonces, adquirió un terreno en la 4ta Avenida, entre las calles Palomar y Oxford, donde los mismos feligreses construyeron la nueva iglesia. Esta iglesia fue nombrada Nuestra Señora de Guadalupe, con la esperanza de ofrecer más servicios en español, pero este objetivo no se concretó. Tras un largo debate, la iglesia fue renombrada Parroquia de la Preciosísima Sangre en 1957 y fue dedicada en la segunda mitad de 1958.
Los feligreses de Nuestra Señora de Guadalupe presentaron una solicitud a la diócesis para regresar a su sitio original en la calle Anita, con el fin de atender mejor al creciente número de feligreses de habla hispana. Se construyó una segunda iglesia en ese lugar, que fue dedicada en 1963 y designada como Parroquia Nacional Mexicana en Otay. Arquitectónicamente, esta nueva iglesia era casi idéntica a la Iglesia de la Preciosísima Sangre, que todavía se encuentra en la Cuarta Avenida y actualmente es una parroquia independiente.
La Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe eventualmente superó también su segunda iglesia. La primera y segunda iglesia fueron demolidas para dar paso a la tercera y actual iglesia. La construcción comenzó bajo la dirección del padre Osborn, quien fue párroco de 1990 a 1996. La iglesia fue dedicada el 28 de noviembre de 1993.
Desde 2017, la parroquia ha sido confiada a los sacerdotes de los Misioneros de San Carlos, una congregación religiosa también conocida como los Scalabrinianos. Fundada en 1887 en Italia, la congregación surgió principalmente en respuesta al gran éxodo de italianos hacia América del Norte y del Sur. Hoy en día, su carisma incluye el cuidado pastoral de migrantes, refugiados, trabajadores marítimos y otros que han dejado sus países para trabajar o vivir en el extranjero.
“En cualquier parroquia donde asumamos la administración, nos aseguramos de compartir nuestro carisma con la comunidad,” comentó el padre Gonzáles.
Un ejemplo de esto es la decisión de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de abrir un refugio temporal para migrantes en el salón parroquial.
En septiembre de 2023, la parroquia respondió al aumento de migrantes en San Ysidro proporcionando alimentos para ellos. Al mes siguiente, la parroquia abrió un refugio nocturno para 20 migrantes, que operaba cinco días a la semana. La parroquia les ofrecía cena, un lugar para ducharse y desayuno. “Los feligreses se involucraron en la provisión de alimentos, mantas y otras necesidades personales de los migrantes,” comentó el sacerdote.
El refugio estuvo en operación hasta marzo de 2024, después de lo cual la parroquia continuó empacando y entregando comidas durante otros seis meses a los migrantes varados en el aeropuerto de San Diego. El párroco señaló que, para cuando cerró, el refugio había acogido a 1 mil 791 migrantes de 15 nacionalidades diferentes.
En 2022, anticipando el 80º aniversario, la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe lanzó su proyecto “Restaurar Mi Casa”. La campaña de recaudación de fondos permitió a la parroquia completar una serie de mejoras y reparaciones, que incluyeron renovar la pintura de la pared exterior de la iglesia, la restauración de las puertas, la reparación de un vitral que representaba a Nuestra Señora de Guadalupe, el cual había sido vandalizado durante la pandemia, y la restauración del “retablo” de Nuestra Señora de Guadalupe.
El padre Gonzáles ve con optimismo el futuro de la parroquia. Destacó que el cardenal McElroy había invitado a la parroquia a ser una de las 17 parroquias piloto en la iniciativa diocesana “Reimaginando la Vida Parroquial y el Liderazgo en una Iglesia Sinodal”, con el objetivo de fomentar la sinodalidad a nivel parroquial.
“Espero que podamos comenzar a crear esta cultura sinodal, donde el diálogo, la oración y el discernimiento se conviertan en elementos fundamentales de nuestro estilo de vida parroquial”, dijo el sacerdote.
También anticipa que las recientes mejoras no serán los últimos cambios en el campus.
“Espero una expansión de la propiedad parroquial”, señaló. “La parroquia aún lleva el nombre honorífico de ‘Parroquia Nacional Mexicana en Otay’ y necesita más espacio e instalaciones para satisfacer las crecientes necesidades de la comunidad”.