Perspectiva: Cómo crear una fuerza interior que contrarreste la presión exterior

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Por Ricardo Márquez

SAN DIEGO —Hay noticias que se convierten en símbolos de los tiempos en que vivimos; la implosión del Titán es uno de esos signos.

El Señor en los evangelios nos recuerda estar atentos a los signos de los tiempos: “Cuando ven que se levanta una nube en el poniente dicen que va a llover…cuando sopla el viento del sur dicen que va a hacer calor…Gente superficial, si saben discernir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben discernir el tiempo en que viven?” (Lc.12:54-56).

Una implosión ocurre cuando la presión exterior es superior a la presión interior de un objeto, produciendo un colapso hacia adentro. Eso precisamente fue lo que ocasionó la destrucción del Titán.

Bombardeados por las noticias que resaltan tragedias naturales, incendios, deslaves, deshielos polares, guerras, migraciones masivas, abusos de gobiernos autoritarios, tiroteos que matan a escolares…la presión emocional externa que estamos viviendo es muy elevada. Todos la sentimos. Tal como lo veo, el colapso que se produce hacia la realidad interna se manifiesta en ansiedad, miedo, rabia, depresión y enfermedades mentales de diverso tipo. 

Según el Instituto Nacional de Salud Mental en el 2021, había 57.8 millones de adultos mayores de 18 años en los Estados Unidos con una enfermedad mental; es decir, el 22.8% de todos los adultos de este país. El impacto de estas enfermedades iba desde los que no presentaban síntomas, o eran leves, hasta los que los tenían de forma moderada o incluso grave.

En mi opinión, las presiones emocionales externas implosionan en la psique produciendo serios trastornos emocionales.

Los servicios privados de salud mental son tan costosos que se hacen inalcanzables para las familias de escasos recursos. Los servicios públicos hacen lo posible pero no cubren todas las necesidades. El sistema de salud mental, en general, ofrece respuestas inmediatas estabilizadoras con medicamentos, pero la sanación y recuperación de la salud mental lleva tiempo…y como hay muchos que atender, no se llena el vacío emocional que se arrastra. 

La frase conocida de Frederick Douglas (1818 – 1895, líder del movimiento abolicionista de la esclavitud en los Estados Unidos) nos expresa esta realidad: “Es más fácil construir niños fuertes, que reparar hombres rotos”. 

Detrás de estas implosiones emocionales hay un dolor profundo que no se sabe expresar, los afectados sienten que no pueden respirar; gritan, pero no los escuchan y llenan su vacío interior con el fuego exterior de las drogas. 

¿Cómo se puede crear una fuerza interior que contrarreste la presión exterior? 

Paradójicamente es el silencio donde se puede iniciar la recuperación. El silencio es la puerta de entrada al mundo interior y al entendimiento de lo que nos rodea. Hacer silencio es una manera de ocuparse de sí mismo para tomar conciencia de lo que nos afecta emocionalmente, de lo que inflama nuestro sistema nervioso. 

Hacer silencio es traer calma, serenarse internamente, aceptar y reconocer lo que nos desestabiliza y conmueve. Desde el silencio compasivo podemos aceptar la verdad de lo que somos y necesitamos. En el silencio escuchamos la verdad de nuestra conciencia, la voz de la verdad que nos anima, el Espíritu de Dios en el que habitamos. 

Desde el silencio puede renacer la esperanza que le abre espacios a la acción, a la sanación y restauración de la vida. Desde el silencio se puede aumentar la fuerza o presión interna que prevenga la implosión.

Bajemos la velocidad, pongamos en reposo las pantallas, dejemos de luchar con arrogancia y descansemos en la experiencia del amor que nos sostiene

Puede contactar a Ricardo Márquez en el correo marquez_muskus@yahoo.com.

 

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