SAN DIEGO — Después de 15 meses de haber comenzado la pandemia del COVID-19, un muy anticipado regreso a la normalidad llega a la Diócesis de San Diego.
El pasado 17 de junio el Obispo Robert McElroy anunció “con un profundo sentido de alegría, esperanza y gratitud” que, efectivo de manera inmediata, todas las restricciones de culto y adoración, así como las limitaciones a reuniones y actividades sociales, habían sido levantadas en los Condados de San Diego e Imperial.
La dispensa de la obligación de asistir a Misa los domingos y días de obligación, que estaba en vigor desde marzo de 2020, finalizará el 1 de julio.
La mayoría de las personas que asistieron a Misa el primer fin de semana después de que se levantaron las restricciones continuaron utilizando cubrebocas, gran parte de ellos apenas se enteraron de la novedad por parte del sacerdote. Muchos recibieron la noticia con gran alegría.
Lissa Hutcheson, miembro de la Parroquia Nuestra Señora de Gracia en El Cajón, reflexionó sobre lo que significó para ella ver las caras de otros feligreses en Misa.
“Se siente diferente, más ligero, más alegre”, comentó después de la Misa de vigilia el sábado 19 de junio.
Para Todd, su esposo, fue especialmente conmovedor ver a los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión con el rostro descubierto.
“Puedes ver la alegría en sus rostros al entregar el cuerpo de Cristo”, señaló, “y nosotros, a su vez, podemos regresarles la sonrisa”.
Ahora, los cubrebocas son opcionales; aunque el Obispo señaló que el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomienda que aquellas personas que no han sido vacunadas continúen utilizándolos.
Una vez más los feligreses tienen la opción de recibir la Eucaristía en la lengua, al igual que en la mano. La recepción de la Comunión en forma de la Preciosa Sangre de Cristo se introducirá en una fecha aún por determinar.
El Obispo McElroy dijo que los alumnos de las escuelas católicas, así como los niños menores de 14 años que están en catecismo o programas de preparación sacramental en las parroquias, deben de continuar utilizando los cubrebocas. También recomendó que se vacunen las personas que llevan la Eucaristía a los enfermos y confinados en casa si no son sus familiares.
Otras medidas de prevención del COVID -incluyendo el retiro del agua bendita de las fuentes- ahora puede volver a la normalidad, según la decisión de cada párroco.
Jesús y Leticia López han sido miembros de la Catedral de San José durante 26 años. El 20 de junio asistieron a Misa Dominical a las 10:30 a.m., fue ahí donde se enteraron de que el Obispo había levantado las restricciones.
¿Cómo se sintieron?
“Liberados”, respondió Jesús López. “Entendemos porqué tuvieron que poner esas reglas. La vida nos presenta algunos retos. La pregunta es cómo respondemos a ellos”.
Al preguntarles qué había sido lo que más extrañaban de la Iglesia durante las restricciones del COVID, la pareja no dudó en responder.
“Algo fundamental para nosotros es poder recibir la Comunión (en la lengua)”, dijo Leticia. “Hoy le pregunté al ministro sobre eso, y me comentó que ya estaba permitido. Fue muy emocionante”.
Para Bonnie Sardo, miembro de la Parroquia de Santa Sophia en Spring Valley, el cambio más significativo ha sido el retiro de los requisitos de distanciamiento social – originalmente de 6 pies de distancia y más recientemente, tres pies entre feligreses que no vivan bajo el mismo techo.
“El distanciamiento era muy incómodo”, agregó. “Ahora ya estamos abrazando a otras personas. Es maravilloso. Necesitamos el contacto humano, esa cercanía”.
En la parroquia de Santa Rita en San Diego, el coro de la iglesia cantó en la Misa del 19 de junio que conmemora la liberación de los esclavos (Juneteenth Freedom Mass). Fue la primera vez que el grupo de 11 personas cantó desde marzo del 2020.
El director del coro, Randy Glover, dijo que fue emocionante estar de nuevo en un escenario.
Después de la Misa del 19 de junio Chris Cross, miembro de la parroquia de Santa Sophia, expresó su agradecimiento por “la libertad” de poder adorar sin cubrebocas, y lo describió como “una bendición”.
“Pienso que la mayoría de las personas que querían vacunarse ya están vacunadas”, comentó, “y estamos ansioso por ver cómo la vida vuelve a la normalidad; eso incluye la Iglesia”.
Su esposa, Bunty, comentó que estuvo “muy cómoda” en Misa.
“Estoy feliz de no estar sentada en un estacionamiento a 90 grados Fahrenheit con cubrebocas, ahora puedo ver las hermosas sonrisas de todos”, agregó.
Para esta pareja el levantamiento de las restricciones no pudo haber llegado en mejor momento, su hija mayor se casa a principios de julio en la Parroquia de María Estrella del Mar, dentro de la iglesia y sin la necesidad de portar cubrebocas.
Raymond y Gloria Fiedler también asistieron a la Misa de vigilia del sábado en la Parroquia de Santa Sophia.
Gloria explicó que continuaba utilizando el cubrebocas porque estaba “paranoica” sobre el estatus de vacunación de los otros parroquianos.
“Es algo que tengo que superar, pero creo que hoy hice un buen trabajo”, afirmó.
A pesar de haberse quitado el cubrebocas, Raymond dijo que aun está tomando precauciones y “permaneciendo un poco retirado de las otras personas”.
Esta fue la tercera semana en que los Fielders’ regresaron a su iglesia después de haber estado viendo Misa en la televisión durante toda la pandemia. La diferencia fue impresionante.
“Lo siento más cerca de mi corazón”, dijo Raymond sobre las Misas presenciales. “Siento una mayor relación con Dios a lo que sentía viéndolo por televisión, y de verdad siento lleno el corazón por haber regresado a la iglesia y a servir a Dios de la manera como debo servirlo”.
Agregó que le encantaría ver a más personas regresar a la iglesia.
En Nuestra Señora de Gracia, los Hutchesons expresaron la misma esperanza.
“Mi deseo es que la comunidad regrese a la iglesia con toda la fuerza y que todos se sientan cómodos y en paz aquí con el Señor”, dijo Lissa, “que no tengan ansiedad, que suelten todo eso y sepan que es aquí donde pertenecen”.
Las autoridades del Condado de Imperial levantaron todas las restricciones en escenarios públicos el 15 de junio para alinearse al plan de reapertura del estado.
Así como en San Diego, aquellas personas que asistieron a Misa el fin de semana comenzaron a enterarse de que el Obispo McElroy había dado fin a todas las restricciones.
Los asistentes a la Misa Dominical de las 8 a.m. del 20 de junio en San Antonio de Padua en Imperial dejaron muy claro su sentir cuando el padre Alex Aquino anunció la noticia: «La Misa se reanudará en la iglesia la próxima semana».
Los congregantes estallaron en aplausos y por allá se escuchó un «¡Amén!».
Los feligreses habían estado asistiendo a Misa Dominical en el centro parroquial desde hace unas seis semanas dado que la temperatura afuera estaba muy caliente para poder realizar los servicios al exterior.
Se revelaron sentimientos encontrados sobre el levantamiento de las restricciones, aunque la mayoría dijo estar ansioso por volver a algo parecido a la normalidad.
“Con los videos y esas cosas, no sentías que (estabas) yendo realmente a Misa; se sentía como una especie de limitación para tu (bienestar) espiritual”, afirmó Francesca Mallillin, feligresa de 20 años de San Antonio de Padua.
Agregó que leer la Biblia y rezar el Rosario con su familia la mantuvo conectada a su fe a lo largo de la pandemia, pero que no era lo mismo que asistir a Misa en persona.
“Creo que simplemente ver a las personas interactuando con el sacerdote los domingos y escuchar la música durante Misa, porque no habíamos tenido eso durante todo un año, es lo que más extrañaba”, comentó.
“Estos son los detalles que le dan vida a la iglesia, así que es lo que más me emociona de regresar”.
Isidro Cuen, feligrés de la Misión del Sagrado Corazón en Heber, regresó a Misas presenciales hace unos dos meses.
“Creo que las personas están comenzando a sentirse más tranquilos, aunque aun hay algunos que se siguen sintiendo nerviosos de asistir a Misa”, comentó. “Pero creo que una vez que estás completamente vacunado ya no corres riesgo”.
Dijo que lo que más extrañaba era el Cuerpo y la Sangre de Cristo, “para mí esa es la cima de mi fe. Verdaderamente espero que más gente regrese. Necesitamos el alimento espiritual”.
“No tengan miedo”, aconsejó a sus compañeros de fe. “Como dijo San Juan Pablo II haciendo eco de Cristo, ‘No tengas miedo. Vuelve’”.
Los escritores de The Southern Cross, Denis Grasska, Aida Bustos y Román Flores contribuyeron a este reportaje.
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