SAN DIEGO — Ileana Hernández supo que quería ser dermatóloga desde los cinco años, cuando su papá le mostró un video sobre cómo reventar espinillas.
Lejos de molestarla, como era la intención de su padre, Hernández quedó maravillada. “Después encontré un canal de videos de una dermatóloga y no podía dejar de ver su trabajo”, dijo la joven de 17 años. “Ella quería ser princesa de Disney como todas, pero de repente dijo no, yo quiero ser dermatóloga”, comentó su madre, Gabriela Marina.
Hernández ha destacado académicamente por su disciplina, enfoque y dedicación. Planea asistir la Universidad de San Diego (USD), donde buscará un título en bioquímica.
“Estoy muy agradecida con todos los que me apoyaron estos últimos cuatro años. Sin el apoyo de mis padres, maestros, consejeros y supervisores no estaría aquí”, expresó. “Su prepa le ha dado todo; los llevan a trabajar, los regresan, tienen apoyo incondicional en todos los sentidos”, agregó su madre.
La profesora Nancy Mattiace dijo, “Ileana es una excelente estudiante, sigue muy bien las instrucciones y también es una gran líder. Siempre podía ponerla como líder del grupo y confiar en ella para mantener a su grupo concentrado. Siempre entrega un trabajo de muy alta calidad”.
Hernández nació en Tijuana, pero se mudó a San Diego cuando tenía solo un año. Al llegar el momento de seleccionar la escuela preparatoria, los Hernández contemplaron varias opciones, pero fue la Escuela Cristo Rey San Diego la que más los convenció. “Me llamó mucho la atención la oportunidad de trabajar y estudiar al mismo tiempo. Sabiendo que durante la universidad tendré que hacerlo, quería aprender a encontrar ese balance desde temprana edad”.
Así que confiaron, se aventuraron y en 2020 decidieron inscribirse a la primera generación de Cristo Rey San Diego, la cual se graduó el pasado 31 de mayo.
La escuela católica atiende exclusivamente a familias de bajos recursos y presenta un innovador programa de estudio-trabajo. Los estudiantes asisten a clases cuatro días a la semana y pasan el quinto día en un lugar de trabajo, donde obtienen una experiencia laboral invaluable. Los socios corporativos de la escuela incluyen bufetes de abogados, hospitales, laboratorios, empresas inmobiliarias y otras organizaciones. Gran parte del costo de la educación se paga a través del programa escolar “Estudio de Trabajo Corporativo”.
“Su horario es muy pesado, no es un horario regular porque no es una escuela regular. Entran de 7:45 a.m. y salen a las 4 p.m. todos los días. Ellos tienen que poner un poco más de esfuerzo”, dijo Marina. “También deben contar con el apoyo de la familia, de lo contrario es muy difícil que funcione”.
Durante su primer año, Hernández trabajó en la Cruz Roja, realizando un análisis para ver cuántas escuelas del Condado de Orange tenían un Club de la Cruz Roja y cuáles tenían el potencial para formarlo. Además, el conocimiento adquirido le ayudó a abrir un Club de Cruz Roja en su propia escuela. En su segundo año, como estaba interesada en medicina, la colocaron en Scripps Mercy Hospital, donde realizó un proyecto de concientización sobre la depresión y la ansiedad. También estuvo en una firma de impuestos, donde aprendió labores de oficina. Finalmente, los dos últimos años de preparatoria los pasó en Precision Diagnostics, un laboratorio donde aprendió sobre el proceso de los seguros y la mercadotecnia.
“El programa es impresionante; la confianza que nos tienen las compañías y el apoyo que nos brindan es algo que no puedes encontrar en ningún otro lado”, expresó Hernández.
La escuela también está muy comprometida con los estudiantes, ofreciendo, entre otras cosas, la clase de Preparación para la Universidad y la Vida Profesional (CCR, por sus siglas en inglés). En esta clase los estudiantes aprenden a hacer su currículum, preparar su LinkedIn, certificarse en Microsoft, conocer sobre las diferentes universidades, los requisitos, las ayudas financieras, y mucho más.
“El apoyo de nuestros consejeros es algo crucial, y es algo que continuará después de la prepa. Los siguientes cuatro años el consejero estará brindándonos el apoyo que necesitamos para terminar la carrera y avanzar al siguiente paso”, comentó la estudiante.
“A mi forma de ver, la única herencia que pueden tener mis hijas son sus estudios”, dijo Marina. Agregó que, como muchos padres, ellos tenían la preocupación de cómo iban a pagar la universidad, pero en Cristo Rey San Diego se les brindó todo el apoyo necesario. Ahora su hija podrá asistir a USD gracias a una beca. “La verdad, si no lo haces es porque no quieres; en la escuela los impulsan, están muy al pendiente de quienes van bien y quienes necesitan más apoyo, los obliga a tomar asesorías si tienen un promedio menor al 3.0, en ninguna parte había visto yo eso”.
“Ileana está muy enfocada, sabe que quiere ser dermatóloga y ha realizado la investigación necesaria para saber qué necesita hacer para lograr ese objetivo. No tengo la menor duda de que llegará muy lejos”, finalizó Mattiace.
Hernández forma parte de la primera generación de la Escuela Cristo Rey San Diego. Después de obtener su título en bioquímica de USD, continuará con la carrera de medicina para posteriormente especializarse en dermatología. Mientras tanto, le gustaría trabajar en laboratorios pues, como ella dice, “ahí entiendo hacia dónde va la medicina, sé qué es lo que se le está ofreciendo a los pacientes y puedo aprender más”.