SAN DIEGO — “Deberíamos hacer esto más seguido”.
Ese fue el comentario de varias de las personas que participaron en las sesiones de grupo pequeño que se llevaron a cabo en las parroquias de la diócesis el año pasado.
Y eso, es precisamente lo que la Iglesia Católica les pide a los feligreses, que se reúnan y se escuchen unos a otros, sin importar su rango, para juntos poder discernir qué es lo que Dios “nos está pidiendo en este momento”, dijo el cardenal Robert McElroy.
Este proceso, que es el corazón del sínodo, se estará realizando a lo largo de octubre en la Diócesis de San Diego y al mismo tiempo a casi 10 mil kilómetros de aquí, en Roma.
A manera local, las parroquias y las escuelas se volverán a reunir en grupos pequeños, en esta ocasión con un enfoque en la Eucaristía. Estos diálogos se llevarán a cabo en inglés, español y vietnamita. Habrá sesiones especiales en las parroquias y escuelas para asegurar que la voz de la juventud también sea escuchada.
El formato será el mismo que el año pasado, entre ocho y diez participantes se sentaran en un círculo y tomaran turnos para compartir sus experiencias; hablando “desde el corazón” y respondiendo a tres preguntas mientras que los otros escuchan. Mientras que una persona encargada de tomar notas registrará los mensajes más relevantes, para posteriormente presentarlos a la diócesis en forma de resumen. Toda participación es anónima.
Al igual que el año pasado, la diócesis analizará la información y compartirá los hallazgos con la comunidad a principios del próximo año. Los párrocos recibirán un resumen de lo que dijeron los miembros de su comunidad.
El año pasado, los párrocos recibieron el reporte y comenzaron a realizar cambios para responder a las preocupaciones de la comunidad.
El objetivo de la Iglesia es que parroquias, escuelas, apostolados y diócesis adopten el proceso “sinodal”, lo que con el tiempo los llevará a su renovación.
El diácono Terry Hannify, de la parroquia St. Michael en Poway, reflexionó sobre las sesiones de pequeños grupos que se realizaron el año pasado. Dijo que la idea de reunir a un gran número de feligreses justo cuando se terminaba la pandemia al principio fue desalentador.
«Pero eso era exactamente lo que necesitábamos y en el momento en que más lo necesitábamos”, comentó.
“Fuimos testigos del poder del proceso sinodal, el reunir a cientos de personas en grupos pequeños que de otra manera nunca lo hubieran hecho”, dijo.
Agregó que los grupos se conformaron por personas de caminos muy distintos, que compartieron sus experiencias, frustraciones y esperanzas para la Iglesia.
“Vimos cómo se fueron creando lazos y amistades. Todo esto contribuyó al despertar de nuestra vida parroquial eucarística que nos estaba haciendo falta”.
Por su parte, el cardenal Robert McElroy estará entre los cientos de participantes en el sínodo de obispos que se celebrará en Roma del 4 al 29 de octubre. Ellos también se reunirán en grupos pequeños para dialogar sobre los temas más importantes del sínodo: sinodalidad, comunión, misión y participación.
El 13 de septiembre, el Cardenal reunió a los miembros de las comisiones sinodales diocesanas de San Diego e Imperial, así como del Centro Pastoral para conocer los temas que les gustaría que se tocaran en Roma.
Más información en sdcatholic.org/sinodo.