NATIONAL CITY — Una mala decisión por poco le cuesta la vida a Alicia Gutiérrez. La directora de Formación en la Fe de la Catedral de San José no quiso vacunarse contra el COVID cuando se le presentó la oportunidad.
El Padre Pedro Navarra, párroco de Catedral, asegura que la mayoría de los feligreses de su parroquia han tenido muy buena respuesta ante la vacuna. Sin embargo, reconoce que “hubo uno que otro, entre ellos Gutiérrez, que por miedo querían esperarse a ver qué pasaba”.
“Yo le decía, ‘Ándale ven conmigo, vamos a vacunarnos’. ¿Y qué me responde? ‘¡Ay no, me da miedo! Primero voy a ver cómo le va a usted’. Y entonces se enfermó y casi se muere”, recordó el sacerdote.
Enrique Gutiérrez, esposo de Alicia, también la invitó a vacunarse junto con él a principios de febrero, pero ella le dijo que se iba a esperar dos semanas para cuando saliera de vacaciones. “Esas dos semanas casi me cuestan la vida”, dijo la residente de National City.
El 4 de marzo, Gutiérrez acudió a un servicio funerario para apoyar a los deudos con cantos y lecturas. A los pocos días empezó a sentir dolor de espalda, huesos y un dolor de cabeza muy fuerte, fue entonces cuando pensó que podría haberse contagiado.
Pasaron los días y su salud empeoraba, ya la prueba había confirmado su sospecha.
“Al cuarto día ya estaba muy mal, ya no podía levantarme, no podía pensar, no podía ni llegar al baño. Mi hija y mi esposo se asustaron y entonces hablaron a la ambulancia”, comentó. “Fui internada en cuidados intensivos puesto que llevaba neumonía”.
Ahí permaneció dos semanas conectada a oxígeno.
En su casa la situación era terrible, su familia no podía verla y durante las primeras semanas tampoco podían comunicarse con ella. Gutiérrez recuerda con tristeza cuando por fin pudo hablarles.
“En mi casa estaban muy angustiados, tanto que cuando yo trataba de hablarles apenas podían contestarme de tan emocionados que estaban, llore y llore”.
“Yo estaba muy preocupado por ella”, señaló el Padre Navarra. “Estuvimos rezando por su salud, llame a su esposo para que me dijera como estaba; estaba en cuidados intensivos y no podíamos ir a verla. No nos quedaba más que pedirle a la Santísima Virgen y a nuestro Señor por su pronta recuperación”.
Gutiérrez relata cómo su fe le dio fuerza.
“En el hospital yo tenía mucha paz porque sentía el poder de la oración”, dijo Alicia. “Nunca me desesperé porque sabía que tenía a una comunidad que me apoyaba espiritualmente.
“Gracias a las oraciones de todas las comunidades donde he estado, las personas que me estiman mucho, el párroco que a diario ofrecía la Misa por mi salud, estoy bien”.
Finalmente, el 4 de abril pudo irse a su casa, donde permaneció otras dos semanas con oxígeno.
“Lo más difícil fue saber que mi familia estaba sufriendo porque yo tomé la mala decisión de no vacunarme cuando lo debí de haber hecho”, comentó. “Cuando le hablaba a mi esposo me decía, ‘¿porqué no me has hablado? Ya voy a descansar porque ya escuché tu voz’. Tenía miedo de que le dijeran que no amanecí”.
Han pasado casi cuatro meses desde que comenzó esta travesía, y las cosas aún no vuelven a la normalidad.
“A mi familia le dijeron que no podían estar cerca de mi, especialmente si creían que tenían gripa porque mis pulmones estaban muy débiles, y hasta el día de hoy mi nieta no se me ha acercado”.
Además, las secuelas han persistido, “todas las noches sudo mucho y a veces siento que me da calentura; las primeras tres semanas me seguían los dolores de cabeza”, comentó.
Aunque aún no puede vacunarse, ahora Gutiérrez está convencida de que es lo mejor que puede hacer.
“Claro que me voy a vacunar, por mi familia, por mi comunidad, por todos…porque yo no quiero que nadie pase por lo que yo pase”.
Todas las personas mayores de 12 años pueden recibir la vacuna contra el COVID de forma gratuita y sin cita. Informes en sdcatholic.org/vacuna