“Soy creado a la imagen y semejanza de Dios… Porque Dios me ama y me creó, Dios nunca quiere que alguien me lastime. Nadie tiene el derecho de lastimarme y yo no tengo el derecho de lastimar a alguien más”.
Así se les presenta a los estudiantes de primer año el programa “No-Aléjate-Cuéntalo” (No-Go-Tell, en inglés), uno de dos programas que la Diócesis de San Diego ofrece para mantener a sus estudiantes a salvo de abuso sexual infantil.
Los programas van dirigidos a dos poblaciones: Niños y adolescentes que asisten a escuelas diocesanas K-12 o que tienen contacto con personal de las parroquias; y a los adultos que los sirven, incluyendo a voluntarios.
Los obispos de Estados Unidos ordenaron la creación de estos programas en 2003 en su “Acta Constitutiva para la Protección de Niños y Gente Joven” (Charter for the Protection of Children and Young People, en inglés), como respuesta a la revelación de extenso abuso sexual infantil porsacerdotes y miembros del clero en todo el país.
En septiembre del 2007, la diócesis pagó $198 millones para resolver demandas presentadas por víctimas de abuso.
Diez años después el Obispo de San Diego Robert McElroy dijo que mantener a niños a salvo es una prioridad en la diócesis.
“El abuso infantil fue una traición devastadora de nuestros valores fundamentales”, señaló. “Nos mantenemos profundamente vigilantes para proteger a los miembros más vulnerables de nuestra familia. Es nuestra responsabilidad como profesores y como católicos”.
El esfuerzo para prevenir abuso infantil ahora es parte de la cultura de la diócesis, tocando todos los departamentos.
El programa “No-Aléjate-Cuéntalo” enseña a niños, utilizando lenguaje apropiado para su edad, qué hacer si “alguien toca mi cuerpo en una manera que me hace sentir extraño, incómodo, preocupado o asustado”.
Les explica cómo expresar “No”, a dónde “Alejarse” para estar seguro y a quién “Contarle” lo más pronto posible lo que pasó, tal como un adulto de confianza.
Los niños y jóvenes que reciben educación religiosa en las parroquia también participan en este programa, el cual es presentado por catequistas.
Las escuelas y parroquias colocan pósters y folletos promoviendo este programa en lugares destacados.
John Galvan, el director de la Oficina de Escuelas de la diócesis, dijo que los escándalos de abuso sexual instaron a las escuelas católicas de San Diego a hacer una pausa y reflexionar en el trabajo que hacen y porqué lo hacen.
Comentó que eso impulsó un esfuerzo para cultivar una cultura escolar empapada en la fe, destacando la dignidad de la persona humana, reconociendo “que todas las personas son hechas a la imagen y semejanza de Dios”.
“Eso quiere decir que tenemos un respeto básico intrínseco uno a otro y para nuestra comunidad”, agregó.
Sencillamente no hay lugar para abuso en esa cultura, aseguró Galván, que ha trabajado en la diócesis durante 25 años en varios puestos escolares.
El acta constitutiva de los obispos es pieza fundamental para los dos programas y las políticas adoptadas por la diócesis para prevenir el abuso.
Para desarrollar sus programas la diócesis decidió contratar a expertos fuera de la Iglesia para obtener puntos de vista independientes. Personal del Centro Chadwick para Niños y Familias, con base en el Hospital Infantil Rady, guiaron a la diócesis para establecer el programa “No-Aléjate-Cuéntalo” y a preparar los materiales.
Lisa Petronis, psicóloga clínica en práctica privada, apoya a personas que creen ser víctimas de abuso a obtener terapia o consejería.
En términos prácticos, cualquier acusación creíble de abuso sexual infantil es inmediatamente reportado a los Servicios para la Protección de Niños (Child Protective Services, en inglés) y/o a las autoridades. Esto incluye alegaciones donde la persona es ahora un adulto pero el presuntoincidente ocurrió cuando era menor. En todos los casos, si el acusador fue un menor o adulto, la diócesis lo insta a contactar a las autoridades directamente.
En algunas situaciones, demasiado tiempo ha pasado entre cuando el presunto incidente ocurrió y cuando fue reportado a las autoridades para investigarlo. En esas situaciones, cualquier acusación de mala conducta sexual es investigada por un investigador privado. El investigador entrega sushallazgos al Obispo y una comisión evaluadora para que ellos determinen culpabilidad y disciplina potencial.
“Cualquier sacerdote que se le compruebe la mala conducta sexual se le prohíbe automáticamente el sacerdocio de por vida”, dijo el Canciller Diocesano Rodrigo Valdivia. “La postura de la Iglesia Católica es clara: No lo vamos a tolerar”.
Otro programa, Protegiendo a Nuestros Niños (Protecting Our Children, en inglés), se enfoca en todos los adultos dentro de la diócesis que tienen o pueden tener contacto continuo sin supervisión con niños y jóvenes. Se les requiere a estos adultos a someterse a una revisión de sus antecedentesque incluye el tomar sus huellas digitales LiveScan.
Este grupo incluye sacerdotes, diáconos, seminaristas, maestros y otro personal escolar, así como empleados diocesanos o parroquiales. Los voluntarios que trabajan con niños también tendrán que someterse a este nivel de revisión.
Estos adultos son monitoreados continuamente utilizando bases de datos de la FBI y el Departamento de Justicia. Cualquier contacto con las autoridades – por ejemplo, el llamado DUI o un cargo de violencia doméstica – es reportado a los administradores diocesanos. Ellos, a su vez, decidenrápidamente que disciplina imponer, inclusive despedir a la persona.
Es obligatorio que empleados y voluntarios reciban capacitación de que constituye abuso sexual infantil y qué deben hacer si sospechan que está ocurriendo. El entrenamiento incluye ver videos impactantes que presentan historias reales de abuso que se detectaron en escuelas católicas en otroslugares en el pasado.
En el último año la diócesis implementó un sistema por Internet llamado Catholic Mutual Group (CMG) Connect, que unifica todos los elementos de capacitación y revisión. De esta manera se hace más fácil monitorear que cada empleado esté cumpliendo con los requisitos.
Los obispos de Estados Unidos realizan una auditoría en cada diócesis para revisar el cumplimiento de los requisitos ordenados en la Acta Constitutiva que adoptaron en el 2003. Posteriormente publican los resultados de tal revisión. Cada año desde que comenzaron las auditorías, la diócesis ha cumplido con las responsabilidades bajo la Acta Constitutiva.
La diócesis requiere que todos sus sacerdotes, diáconos y seminaristas firmen su Código de Normas éticas para Ministros de la Iglesia, el cual fue desarrollado en 2003 en respuesta a la Acta.
El código expone principios generales y normas éticas que se espera que los sacerdotes sigan. Incluye una sección que se llama “El ministerio con menores”, que claramente especifica qué pueden y no pueden hacer. Por ejemplo, se les insta que “deben mantener relaciones abiertas y confiablesque son avaladas por la honradez personal”, “deben evitar contacto físico que puede ser mal interpretado por menores o adultos”, y “nunca ofrezcan a menores hospedaje durante la noche en rectorías u otras residencias personales”, entre otras reglas.
El Obispo Auxiliar John Dolan les dijo que estos principios se extienden a la conducta en Internet, inclusive la comunicación por correo electrónico o texto.
“Tengan cuidado cómo utilizan las redes sociales”, les dijo a un grupo de sacerdotes nuevos a la diócesis el mes pasado. “No hay ninguna razón para que seas amigo de un menor”.
“Como sacerdotes y ministros del Evangelio”, dijo el Obispo Dolan, “la responsabilidad más importante que tenemos es proteger a nuestros niños y jóvenes”.