SAN DIEGO – Las medidas de distanciamiento social y las prohibiciones de grandes reuniones hacen poco probable que los norteamericanos pasen las semanas previas a la Navidad en concurridos centros comerciales, reuniones con amigos, o cualquier otro tipo de evento navideño que suele llenar los calendarios durante esta época del año.
Sin embargo, para los Católicos puede haber algo positivo en todo esto: Mientras que el 2020 nos ha robado mucho, al parecer nos está brindando la oportunidad de redescubrir el espíritu de Adviento, el periodo de cuatro semanas de alegre expectativa y preparación que precede a la Navidad.
En un año típico, el Adviento es frecuentemente opacado por la presión de comenzar las festividades Navideñas. Se decora la casa, empiezan los villancicos en el radio, y una búsqueda frenética para encontrar los mejores regalos para los seres queridos, todo esto prácticamente antes de que las sobras de la cena de Día de Gracias se hayan enfriado.
Gerardo Rojas, director del Instituto Diocesano, comentó que el consumismo y el enfoque en los bienes materiales, “no solo restan al sentido de alegría, esperanza y paz al que está ligado el nacimiento de Cristo, sino que además pueden causar todo lo contrario”, haciendo nuestras vidas más estresantes y caóticas.
“Pero debido a la pandemia”, agregó, “No vamos a poder hacer algunas de las cosas que solíamos hacer y eso puede resultar en algo positivo”.
Patrick Rivera, director de la Oficina Diocesana para Ministerio de Adultos Jóvenes, cree que el Covid-19 les puede dar a los católicos una perspectiva diferente en relación al Adviento. “La pandemia nos ha obligado a bajar el ritmo y nos ha vuelto más reflexivos y agradecidos con las cosas simples de la vida”.
Con tantas personas que están teniendo dificultades financieras debido a los cierres, comentó, este puede ser “un año de menos compras para muchas personas”.
“Nos permite reconocer una vez más que Dios se nos está ofreciendo a nosotros”, dijo Rivera, “y creo que la pandemia nos permitirá verlo de una manera un poco más clara”.
Noreen McInnes, director de la Oficina Diocesana de Liturgia y Espiritualidad, señala que el Adviento no trata solamente sobre un evento del pasado – la anticipación del nacimiento de Cristo hace 2000 años- sino también sobre un evento del futuro: Su segunda venida. Este último genera pensamientos sobre los tiempos finales y sobre nuestra propia mortalidad.
McInnes sugiere que la pandemia también nos recuerda de nuestra mortalidad y aquella de nuestros seres queridos, tal vez inspirándonos a “valorar más las relaciones” durante este Adviento.
Así como el Tiempo de Pascua antes del Domingo de Resurrección, el Adviento es una temporada de preparación. A pesar de sus similitudes, incluyendo el hecho de que los sacerdotes visten de morado en ambas temporadas, el Adviento y la Pascua son bastante distintos. El Adviento, el cual este año comienza el fin del 28-29 de noviembre y concluye el 24 de diciembre, se observa como un tiempo de alegre expectativa mientras que la Pascua tiene una calidad de sacrificio.
Al parecer los católicos entienden bien cómo celebrar la Pascua -como evitando el chocolate y participando en devociones como el Vía Crucis- sin embargo, no tienen tan claro cómo llevar a cabo bien el Adviento.
McInnes asegura que esto ocurre a pesar de que el Adviento tiene ricas tradiciones, incluyendo las coronas de Adviento, los calendarios de Adviento y la Natividad.
Debido a que las distintas culturas lo celebran de manera diferente, es difícil determinar una sola “manera correcta de celebrar» el Adviento, dijo Rojas. Lo más importante es «centrar nuestra atención y nuestro corazón en la venida de Cristo».
Entre otras cosas, Rojas invita a los Católicos a asistir a Misa y a confesarse si les es posible, y “encontrar algo que puedan hacer en casa con su familia. No tiene que ser algo muy elaborado”, tal vez simplemente una oración que puedan recitar juntos todos los días o semanalmente.
John Prust, director de la oficina de Vida Familiar y Espiritualidad, así como el Director Asociado Ricardo Márquez recomendaron encontrar una manera de escapar del “ruido” que inunda la temporada navideña.
Márquez describe el Adviento como el tiempo de acudir “al lugar de silencio” donde puedas escuchar la voz de Dios.
Prust sugiere que para redescubrir el Adviento las familias pudieran buscar mejores formas de celebrar la temporada navideña, que comienza el Día de Navidad, liberando así el Adviento a ser algo más que una celebración temprana de la Navidad.
Pero, agregó, «No creo que la gente necesite tirar todos sus rituales (con temática navideña) durante la temporada de Adviento».
Más bien, recomienda simplemente tratar de infundir una mentalidad de Adviento a sus tradiciones. Por ejemplo, las personas que les gusta poner el arbolito de Navidad, justo después del Día de Gracias, tal vez pudieran adoptar la tradición del Árbol de Jesé, agregando cada semana un adorno que represente algo del Antiguo Testamento que predice la venida de Cristo.
McInnes invita a los católicos a “tener rituales de adviento de manera intencional”.
“Colocar una corona de Adviento en el centro de nuestras mesas simboliza colocar a Cristo en el centro de nuestra familia”, dijo McInnes, ofreciendo un ejemplo. “Encender las velas cada semana, no solo marca el tiempo sino que también simboliza a Cristo, nuestra luz, que brilla más fuerte conforme nos vamos acercando a Él, disipando la oscuridad”.
De igual manera, recomienda hacer tiempo para orar en familia, incluyendo el Rosario, como una manera de abrazar el espíritu de la temporada, y prepararnos para recibir a Jesús y traerlo a otros.
Mientras tanto, Rivera recomienda una práctica que le a funcionado a él, en su vida espiritual: reflexionar en las lecturas de la Misa. Sugiere que los católicos se unan a un estudio de Biblia de Adviento o reflexionen en las lecturas por su propia cuenta diariamente o varias veces por semana.
Dijo que tal vez lo mejor que podríamos lograr al terminar el Adviento es que fuimos capaces de “vivir el momento”, aun cuando haya sido tan solo durante 10 o 30 minutos cada día.
Maria Olivia “Marioly” Galván, canciller de la Diócesis de San Diego, expresó esperanza de que las familias Católicas hagan del Adviento un tiempo para “estar presentes” el uno con el otro.
“Ese es el mejor ‘regalo’ que pueden hacerse”.