Por Marissa Romero
SAN DIEGO — Las religiosas han adoptado la tecnología y otras innovadoras estrategias humanitarias para mantener sus ministerios funcionando durante la crisis del COVID-19. Hoy, más que nunca, están confiando en el poder de la oración.
Una de ellas es la Hermana Madeline Fitzgerald, OSC, de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, quien encabeza el ministerio de formación para adultos RICA en la Parroquia de San Francisco de Asís en Vista.
La Hermana Fitzgerald ahora se comunica con los candidatos de RICA via Skype, texto, correo electrónico o videoconferencias Zoom. Además, les ofrece ligas a sitios para enriquecer la formación Católica de los candidatos, tales como formed.org del Instituto Augustino y stpaulcenter.com para el estudio de la Biblia, entre otros. Una vez que realizan sus lecciones semanales, entre las que se encuentran ver Misa en línea, oraciones y reflexiones, le envían las asignaciones terminadas a la Hermana.
La Hermana Fitzgerald conoce de cerca la ansiedad y el sufrimiento causado por la pandemia. Su primo de 81 años de edad, James Fitzgerald, fue dado de alta recientemente de un hospital en Danbury, Connecticut, tras permanecer ahí durante 32 días luchando contra el coronavirus. Ahora se encuentra en un asilo de ancianos con un tubo de alimentación, comentó la Hermana, viviendo de primera mano el poder de la oración.
“Las personas se sienten consoladas y en paz cuando saben que están siendo apoyados con oración”, dijo. “La oración mueve montañas, así de poderosa es”.
La Hermana Maureen Brown, CSJ, de la Orden de Las Hermanas de San José de Carondelet, encabeza un equipo de 10 feligreses del ministerio de duelo de la Parroquia St.Thomas More en Oceanside. Su trabajo es traer consuelo a familias que lloran la muerte de algún ser querido y preparar la Misa de funeral.
“Es muy difícil para mí y para mi equipo no poder reunirnos cara a cara (con familias en duelo) para ofrecer el apoyo y consuelo que solo una reunión personal puede proveer”, mencionó la Hermana Brown, puesto que esto no está permitido durante la crisis de salud.
En lugar de eso, ahora llaman por teléfono a los familiares del difunto mientras ellos esperan poder celebrar el funeral de su ser querido. Su intención es traerles consuelo durante su proceso de duelo.
“El Señor Resucitado está con nosotros y siempre estará—¡aleluya!” dijo.
La Hermana Brown comentó que ahora pasa mayor tiempo en oración por las necesidades de nuestra “aldea global”. “Dios está con nosotros, y nos ayudará a salir adelante”.
La Hermana Katia A. Chávez, SJS, de la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento y asistente de director de vocaciones, reconoce que la pandemia ha desafiado al ministerio.
“El COVID-19 nos ha impulsado a pensar diferente sobre nuestro ministerio como respuesta a los tiempos cambiantes”, comentó.
Su equipo ha evolucionado el ministerio de vocaciones a plataformas electrónicas. Crearon un canal de YouTube donde ofrecen videos cortos sobre el discernimiento religioso a mujeres que buscan aprender mas sobre la vida religiosa que están considerando.
“Se han publicado videos en inglés y español, los cuales han sido muy bien recibidos”, señaló la Hermana Chávez.
Mujeres que están explorando una vida religiosa se están conectando con su equipo a través de las redes sociales. De hecho, su equipo puede llegar a más personas utilizando el Internet, pero reconoce que las interacciones cara a cara son la mejor manera de promover la vida religiosa.
La comunidad de la Hermana Chávez está enfocando sus oraciones en intenciones por la pandemia.
“Durante el Rosario le pedimos a Nuestra Señora de la Salud que interceda por nosotros”, dijo. “Oramos por los líderes de nuestra Iglesia y los líderes del mundo para que reciban sabiduría para poder guiar a los hijos de Dios”.
La Hermana Maria Eugenia Espinoza, MFP, de las Misioneras Franciscanas de Nuestras Señoras de La Paz, continúa trabajando en sus ministerios en la Oficina de la Misión en San Diego y en La Casa de Los Pobres en Tijuana, en su mayoría apoyada por donativos de personas del área de San Diego. La misión de 63 años de la Casa es ofrecer a los residentes más pobres de la ciudad ayuda esencial, tal como desayuno, despensa, atención médica y ropa.
Las hermanas Franciscanas preparan y distribuyen alrededor de 800 desayunos de lunes a viernes. La policía de Tijuana les ordenó dejar de servirlos en el patio porque las personas no estaban respetando las reglas de distanciamiento social, así que tuvieron que buscar una solución: distribuir los desayunos en bolsas de papel para llevar, y así poder seguir con este apoyo.
Por si fuera poco, las hermanas también distribuyen 450 bolsas de despensa cada semana a familias que no tienen ingresos.
Los doctores consideran que los servicios médicos a nivel semanal son de aproximadamente 250 personas, incluyendo niños. La organización cubre el costo de los medicamentos.
“Rezo todos los días por las personas que cuidan a los enfermos”, dijo la Hermana Fitzgerald, “¡Son nuestros héroes! Dios los bendiga y los mantenga a salvo”.
La realidad es distinta para la Hermana Pat Erickson, OP, de las Hermanas Dominicas de Adrian.
Su ministerio incluye voluntariado en los albergues para migrantes en Tijuana, pero debido a condiciones de salud preexistentes y a las complicaciones para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, no ha podido continuar con su labor. “Todos los días me pregunto cómo estarán las personas en los albergues de Tijuana”, dijo la Hermana Erickson. “Todos los días siento la necesidad de ir a Tijuana solo para ver a las personas, para acompañarlos…pero se que no puedo”.
Reflexionó sobre el hecho de que en los albergues de Tijuana las personas viven una al lado de la otra, dándose cuenta de lo vulnerables que son.
“Mis hermanas y yo rezamos todos los días durante la liturgia de las horas y el Rosario por todas las personas afectadas por el COVID-19”, agregó la Hermana Chávez. “Oramos por los que ya murieron, por aquellos que están luchando contra la enfermedad, por las familias y por quienes están cuidando de todos ellos”.