WASHINGTON — Los obispos de Estados Unidos emitieron una declaración abogando por la protección de todos los trabajadores y una economía justa para todos, en vísperas de Día del Trabajo.
Fue preparado por el Reverendísimo Borys Gudziak, Arzobispo de la Archieparquía Católica Ucraniana de Filadelfia, presidente del Comité de Justicia Nacional y Desarrollo Humano, y Reverendísimo Mark J. Seitz, Obispo de El Paso, presidente del Comité de Migración, de la Conferencia de Obispos Catolicos de Estados Unidos.
“Nuestra fe católica nos llama a orar, trabajar y abogar a favor de protecciones que permitan que todos los trabajadores prosperen, tanto los recién llegados a nuestro país como aquellos cuyas familias han estado aquí durante generaciones. Creemos en la dignidad del trabajo precisamente porque cada uno de nuestros hermanos y hermanas es un hijo amado de Dios, hecho a su imagen y semejanza, e imbuido de una dignidad inherente,” dijeron.
Lea la declaración completa aquí:
“Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. ( Mateo 20,4)
“En este Día del Trabajo, volvamos a comprometernos a construir juntos una sociedad que honre la dignidad humana de todos los que trabajan. Gracias al tesoro de la Doctrina Social de la Iglesia, tenemos una larga historia de proclamar el papel esencial que desempeña el trabajo para ayudar a las personas a vivir su dignidad humana.
“Nuestra fe católica nos llama a orar, trabajar y abogar a favor de protecciones que permitan que todos los trabajadores prosperen, tanto los recién llegados a nuestro país como aquellos cuyas familias han estado aquí durante generaciones. Creemos en la dignidad del trabajo precisamente porque cada uno de nuestros hermanos y hermanas es un hijo amado de Dios, hecho a su imagen y semejanza, e imbuido de una dignidad inherente.
“A lo largo de las Escrituras, vemos una y otra vez cómo Dios nos muestra que debemos cuidar a los que son vulnerables y honrar el carácter sagrado de todos, sin importar sus circunstancias en la vida. En el Evangelio de Mateo, leemos la parábola de los trabajadores de la viña como un ejemplo del amor desbordante del padre por cada uno de sus hijos. En esa parábola, el dueño paga a todos los trabajadores un salario “justo” a pesar de que algunos laboran más que los otros. Su remuneración se da simplemente porque él desea que todos tengamos los recursos para prosperar.
“El trabajo digno refleja que nuestra humanidad nos da un papel activo que desempeñar en la construcción del mundo que nos rodea. A través del trabajo, ejercemos dominio sobre cómo proveemos las necesidades materiales para nosotros mismos y nuestras familias. Dios desea que hagamos más que simplemente sobrevivir, sino que prosperemos.
“Sin embargo, en la economía actual, demasiadas personas y familias viven en la pobreza debido a trabajos con salarios bajos que a menudo ofrecen pocos o ningún beneficio, horarios de trabajo erráticos y que ofrecen protecciones insuficientes. Al mismo tiempo, la representación sindical ha disminuido, especialmente en el sector privado, dejando a los trabajadores con menos protección y una posición de negociación debilitada. Sabemos que no tiene por qué ser así.
“Muchas comunidades y sectores de la economía están lidiando con la escasez de mano de obra debido al cambio demográfico y otros factores, y algunos recurren a los inmigrantes para llenar los puestos vacíos. El Papa Benedicto XVI señaló, siguiendo a sus predecesores y confirmado consistentemente por la investigación, los inmigrantes impulsan la innovación y la producción económica general. En los Estados Unidos, las contribuciones de los inmigrantes tienen un impacto neto positivo en el déficit federal.
“A pesar de estos beneficios económicos, el progreso que hemos logrado como sociedad hacia condiciones de trabajo más seguras y justas, y la enseñanza esencial y consistente de la Iglesia, a menudo vemos que los trabajadores inmigrantes son maltratados a un nivel más alto que sus contrapartes nacidos aquí, incluso a través del mal de la trata de personas. Además, los inmigrantes se enfrentan a situaciones de hostilidad y discriminación debido, en parte, a conceptos erróneos y a una retórica política dañina que menosprecia a la persona humana.
“La Iglesia apoya tanto a los trabajadores como a los inmigrantes en todo el país, especialmente aquellos que a menudo trabajan en la agricultura y otras industrias sin protección debido a su estatus migratorio. Estos trabajadores contribuyen a la economía local, pagan impuestos y son propietarios de viviendas. Sin embargo, a menudo son víctimas de robo de salarios y temen legítimamente represalias si denuncian el robo de salarios o prácticas injustas.
“Con el apoyo de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD por sus siglas en inglés), la organización Escucha mi voz empodera a las comunidades de inmigrantes y refugiados en Iowa, incluyendo ayudar a 25 trabajadores a recuperar sus salarios robados solo en la primera parte de 2024. Este trabajo es impulsado, en parte, por los católicos de Iowa que trabajan juntos por una economía que apoye mejor a los trabajadores vulnerables.
Durante décadas, la Iglesia ha abogado por cambios en el sistema de inmigración, reconociendo que no aborda adecuadamente las necesidades de las familias estadounidenses, los empleadores, las comunidades o los inmigrantes. Estas deficiencias, sumadas al problema de la escasez de mano de obra, han aumentado las oportunidades de explotación de los inmigrantes y han llevado a algunos a recurrir a menores de edad como fuente complementaria de mano de obra. Hemos sido testigos de afrentas preocupantes a la dignidad de los menores de edad, tanto los nacidos aquí como los inmigrantes, cuya inocencia ha sido comercializada a cambio de mano de obra barata y a menudo peligrosa.
“El número de violaciones de la ley sobre el trabajo infantil ha aumentado drásticamente en los últimos años, y varios estados también han tomado medidas para debilitar aún más las normas sobre el trabajo de los menores de edad, exponiéndolos a condiciones peligrosas y largas horas de trabajo. Los menores de edad de familias que viven en la pobreza son los que más daño sufrirán, pero se debe proteger la inocencia y la dignidad de todos ellos. Como obispos, hemos llamado para ‘mejores leyes para proteger a los niños obreros tienen que ir acompañadas de ayuda económica adecuada para la familia, de modo que éstas no dependan de la explotación de los niños para sobrevivir económicamente’.
“Las reformas legales y las inversiones en infraestructura son esenciales para crear un sistema de inmigración justo y una economía próspera que juntos promuevan el bien común. Es posible y necesario crear un sistema de inmigración que respete la dignidad inviolable de todos los recién llegados. Sin embargo, a falta de una reforma integral, las mejoras incrementales siguen siendo una señal de progreso. Sólo con un compromiso con tales esfuerzos nuestro país podrá abordar sus cambiantes necesidades laborales, beneficiándose al mismo tiempo de manera moral y sostenible de las contribuciones de los trabajadores inmigrantes.
“La Iglesia ofrece una visión del futuro que no requiere que nuestra sociedad elija entre la justicia económica, las condiciones dignas para todos los trabajadores y la protección de los más vulnerables entre nosotros. Los católicos han implorado constantemente a los líderes civiles que reconozcan y protejan el carácter sagrado de la persona humana. Debemos rechazar una economía de exclusión. Podemos trabajar junto con grupos comunitarios como Escucha mi voz para organizarnos y buscar el cambio. Podemos abogar por mejoras políticas, como la Ley de Modernización de la Fuerza Laboral Agrícola, y por políticas que promuevan, preserven y amplíen las protecciones para todos los menores de edad.
En este Día del Trabajo, reconozcamos a todos los trabajadores de la viña del Señor y abracémoslos por lo que realmente son: nuestros hermanos y hermanas: ‘Amen, pues, al forastero, porque también ustedes lo fueron en Egipto.’ Esforcémonos sin cesar por proteger el carácter sagrado de la vida humana y construyamos juntos una sociedad que respete y promueve la dignidad humana de cada persona”.