SAN DIEGO — El futuro parecía desolador el pasado 13 de julio cuando el gobernador de California, Gavin Newsom, anunció que el estado entero tendría que regresar a “un modelo modificado de las órdenes de quédate-en-casa” en respuesta a un aumento en los números de casos de COVID-19.
Treinta condados en la lista de monitoreo estatal, entre ellos los condados de San Diego e Imperial, fueron golpeados con restricciones adicionales, incluyendo la suspensión de operaciones en el interior de todas las Iglesias.
A primera vista, parecería que el regreso de las Misas públicas en la Diócesis de San Diego, las cuales habían reanudado apenas un mes antes después de tres meses de estar suspendidas, resultaría de corta duración.
A pesar de que el Obispo Robert W. McElroy disculpó a los católicos de la localidad de su obligación Dominical de asistir a Misa, algunos habían regresado entusiasmados a sus parroquias desde el 8 de junio, cuando las primeras Misas públicas se volvieron a celebrar.
“Mi primera reacción fue una mezcla de emociones. Honestamente me sentía muy enojada, lo que me llevó a sentir mucha ansiedad”, comentó Crystal Carr, de la Parroquia de Nuestra Señora de Gracia en El Cajón, sobre el anuncio del Gobernador.
Pero eso cambió rápidamente.
En menos de tres horas Carr recibió un correo electrónico de su parroquia en la que explicaban que las Misas no se cancelarían, sino que simplemente serán celebradas al exterior hasta que sea necesario.
“Sentí un gran alivio y gratitud”, dijo Carr después de la Misa celebrada al aire libre el 16 de julio.
Las restricciones del Gobernador entraron en vigor después de la medianoche del 15 de julio. Tan solo ocho horas después, la Misa de 8 de la mañana en Nuestra Señora de Gracia estaba comenzando. La única diferencia fue que en lugar de reunirse dentro de la parroquia en bancas marcadas para mantener el distanciamiento social, los fieles llevaron sus propias sillas de parque y las habían colocado en el pasto cerca del estacionamiento de la parroquia bajo el cobijo de unos árboles. Un altar y un atril fueron colocados justo afuera de las puertas principales de la parroquia.
La situación de Nuestra Señora de Gracia no es única. Muchas parroquias de la diócesis han hecho ajustes similares con el apoyo del Obispo McElroy.
En una carta dirigida a sacerdotes el pasado 14 de julio sobre las nuevas restricciones del Gobernador, el Obispo dijo que las Misas al exterior eran “una alternativa realista” para la mayoría de las parroquias, y que los feligreses de parroquias en las que esto no es posible podrían ubicar una Misa al exterior no lejos de su parroquia.
En junio, cuando las Misas públicas se reanudaron, las parroquias adoptaron estrictos protocolos de seguridad que incluyen el uso de cubrebocas, distanciamiento social y desinfectar las iglesias después de cada Misa. Sin embargo, en su carta, el Obispo reconoció que el 75 por ciento de quienes regularmente asisten a Misa no había vuelto, seguramente porque aún lo consideran riesgoso para la salud.
El Obispo agregó que celebrar la Misa al exterior ofrece un “escenario más saludable para los asistentes en tiempos de una creciente pandemia”, y que este hecho “puede aliviar los miedos de las personas”.
El Padre Peter McGuine, pastor de la parroquia Nuestra Señora de Gracia, desempeñó un papel central en los preparativos de la diócesis para reanudar Misas públicas a principios de junio. Con un pequeño equipo, desarrolló una plantilla para la reapertura de las parroquias, revisó los planes individuales presentados por cada pastor y proporcionó comentarios.
El sacerdote observó que cuando las Misas fueron suspendidas entre mediados de marzo y principios de junio, no había opción de celebrarlas al aire libre. En ese entonces las reuniones al exterior también estaban prohibidas.
Desde que las Misas públicas se reanudaron, la asistencia en el interior de las iglesias ha estado limitada a un 25 por ciento de la capacidad del edificio, sin pasar de las 100 personas; algunas parroquias como Nuestra Señora de Gracia, requerían que los asistentes a cada celebración se registraran antes para de esta manera evitar la sobrepoblación.
Pero el límite de 100 personas no es requisito para las celebraciones al aire libre.
“Podemos tener a todos los que ahí deseen estar, siempre y cuando se mantenga el distanciamiento social”, comentó el Padre McGuine.
Primeras Comuniones, bautismos y confirmacione ya han sido celebrados al exterior en Misas en esta parroquia, y el sacerdote dijo que posiblemente funerales también pueden realizarse al exterior.