SAN DIEGO — A continuación el mensaje del Cardenal Robert W. McElroy para la temporada de Adviento y Navidad:
Cada año durante la Navidad celebramos la historia de salvación que une a toda la humanidad con la gracia, la majestad y el amor de nuestro Dios.
Al recordar a los profetas que Dios envió al mundo para anunciar el mensaje de la bondad y la misericordia de Dios hacia nosotros, nos vemos atrapados en la realidad de que el pueblo judío fue singularmente un instrumento de la acción de Dios, que culminó en el nacimiento de Jesucristo en un establo de Belén.
En medio de un mundo que clama en tantos niveles para dramatizar aquellos elementos de la salvación de Dios de justicia, paz y luz que aún permanecen lejanos en nuestras sociedades humanas, podemos preocuparnos por todo lo que queda por hacer en la construcción del reino de Dios.
Pero la gracia transformadora que entró a este mundo con un poder abrumador en el nacimiento de nuestro Señor y Salvador crea milagros a nuestro alrededor cada día en los profundos esfuerzos de hombres y mujeres de fe que luchan para traer la luz y el espíritu del Evangelio a nuestra vida familiar, nuestras amistades y nuestro mundo entero.
Sí, la plenitud del Reino de Dios está lejos en la distancia, pero la luz penetrante de Jesucristo atraviesa toda forma de oscuridad humana para renovar nuestra esperanza, nuestra fe y nuestro compromiso de ennoblecer el mundo en el que hemos nacido.
Así que anímense y encuentren alegría en estos días de Adviento y Navidad, porque ellos nos revelan de una manera única que la gracia de nuestro Dios nunca puede ser detenida.