Obispo Auxiliar Pulido: Siempre un Sí Para el Señor

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SAN DIEGO — A principios de junio el padre Felipe Pulido le dijo a su madre que había que convocar a una reunión familiar porque tenía una importante noticia que darles.
Por algún motivo, la madre pensó que la gran revelación sería que su hijo iba a dejar el sacerdocio.
¡Vaya que estaba equivocada!
El sacerdote de la Diócesis de Yakima, Washington, de 53 años, ha sido nombrado obispo auxiliar de la Diócesis de San Diego. Él es uno de los dos nuevos obispos auxiliares que tendrá la diócesis; el otro es el padre Michael Pham, sacerdote de esta misma diócesis que actualmente funge como vicario general, director de la Oficina para Comunidades Étnicas e Interculturales y párroco de El Buen Pastor en Mira Mesa.
Los dos hombres serán consagrados como obispos en una Misa que se celebrará el 28 de septiembre. Con ello, se unirán al obispo auxiliar Ramón Bejarano, quien fue consagrado como obispo en julio de 2020. Brindando apoyo desde entonces al cardenal Robert W. McElroy en su apostolado con la población Católica de los condados de San Diego e Imperial.
El 6 de junio, el día en que fue anunciada su nueva asignatura, los dos obispos auxiliares electos fueron presentados al personal del Centro Pastoral diocesano.
“Estoy muy agradecido con el Papa Francisco por comprender la vitalidad de la Diócesis de San Diego y la necesidad de liderazgo pastoral en San Diego, así como por asignar a dos obispos auxiliares adicionales”, dijo el Cardenal al personal diocesano.
Aludiendo a estos nombramientos como “una gran gracia para nosotros como diócesis”, el cardenal McElroy en tono de broma se refirió a los dos hombres que estaban a su lado – padre Pulido, originario de México, y padre Pham, quien emigró de Vietnam – como “gemelos”.
Cuando fue su turno de hablar, el obispo auxiliar electo Pulido dejó ver un poco de su carácter y personalidad.
“Mi primera pregunta a Dios cuando recibí la noticia fue ‘¿Por qué yo? ¿Por qué yo? Hay tantas otras personas que pueden hacerlo mejor que yo’”, comentó.
Recordó haberse emocionado mucho cuando el nuncio apostólico, el arzobispo Christophe Pierre, le llamó para informarle que había sido nombrado obispo auxiliar. Y confesó que inicialmente no supo qué responder.
Afortunadamente para él, el nuncio tenía una sugerencia: “Solamente responde que sí”.
“Viendo hacia atrás, así es como ha sido mi vida, simplemente respondiendo sí al Señor”, dijo el obispo auxiliar electo al personal del Centro Pastoral.
El obispo electo Pulido nació el 13 de enero de 1970 en Dos Aguas, Michoacán, México, un pequeño pueblo al oeste de la Ciudad de México. Fue el primero de siete hijos del matrimonio formado por José M. Pulido y Cristina López.
Compartió que cuando tenía 12 años aceptó una invitación para asistir a un seminario de secundaria y bachillerato en Michoacán.
“Me encantó”, dijo. Pero al final de cuentas, dejó el seminario para adquirir un “poco más de experiencia en el mundo, saber lo que era tener una novia…y un trabajo”.
En una entrevista con The Southern Cross al día siguiente, compartió más sobre sus primeros indicios de su vocación sacerdotal. Antes de ingresar al seminario, estaba en Misa en su parroquia natal cuando un grupo de seminaristas se dirigió a la congregación.
“Los escuché…y algo que me gustó mucho es que se mostraban muy felices”, dijo. “Se reían, simplemente la estaban pasando muy bien”.
Su alegría lo contagió.
Después de la Misa, le dijo a su abuela que quería hablar con el sacerdote. Ella se sorprendió, pero “miró hacia el cielo” y le agradeció a Dios por haber respondido sus oraciones de tener un sacerdote en la familia.
En el verano de 1988, el Obispo Auxiliar electo se mudó con sus padres al Valle de Yakima en el estado de Washington, donde encontró trabajo piscando frutas y verduras.
Se graduó de Highland High School en Cowiche y durante tres años trabajó como asistente de maestro en el programa Epic Migrant Head Start.
Su inquietud por el sacerdocio regresó y se hizo más fuerte cuando tenía 23 años. Durante un período de unos cinco meses, cuidó del padre Jerry Corrigan, un sacerdote de su parroquia que se estaba muriendo de cáncer.
Él y el Padre Corrigan tuvieron muchas conversaciones durante ese tiempo y, durante una de ellas, su paciente lo invitó a considerar convertirse en sacerdote. El obispo auxiliar electo Pulido, que estaba saliendo con alguien en ese momento y no estaba considerando seriamente el sacerdocio, dijo que lo pensaría.
“Y entonces dije que sí de nuevo, porque amaba la diócesis”, afirmó.
En 1994, comenzó su formación sacerdotal en el Seminario Mt. Angel en Oregón, donde el obispo auxiliar Bejarano fue compañero de clase. Cuatro años más tarde, comenzó sus estudios teológicos en el Pontificio Colegio Norteamericano en Roma, cuando el ahora cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York era rector.
El obispo electo Pulido, quien es bilingüe en inglés y español, se convirtió en ciudadano estadounidense en 1998. De 2001 a 2002, estudió en el Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia en Roma.
Fue ordenado al sacerdocio el 28 de junio de 2002 por el obispo Carlos A. Sevilla, S.J., en la Catedral de St. Paul in Yakima.
Al momento de su nombramiento como obispo auxiliar de San Diego, estaba trabajando como como vicario para el clero y director de vocaciones de la Diócesis de Yakima, así como párroco de la Parroquia de San José en Kennewick, Washington, hogar de casi 2 mil 300 familias y con una escuela parroquial con una población de alrededor de 300 estudiantes.
El obispo electo Pulido compartió que mientras su “primera pasión es el Señor, la Iglesia y su gente”, también es un gran aficionado del fútbol soccer – particularmente de las Chivas de Guadalajara. Recordó una ocasión en la que estaba viendo en televisión un campeonato de fútbol en su oficina y de manera inadvertida asustó a su secretaria con los gritos que provenían de ahí.
“Así es, me emocionó mucho con el fútbol”, comentó.
El obispo auxiliar electo Pulido actualmente se encuentra terminando sus compromisos en la Diócesis de Yakima y regresará a San Diego a finales de agosto.
“Estoy emocionado y, al mismo tiempo, estoy nervioso”, dijo sobre su nuevo papel como obispo auxiliar.
“Estoy feliz de estar aquí en San Diego. … Estoy aquí para servir y amar”, comentó.
Dijo que desde que se dio a conocer la noticia de su nombramiento, ha recibido muchos textos y correos de amigos para ver cómo lo pueden apoyar.
Su respuesta siempre es la misma: “Lo mejor que puedes hacer por mí es simplemente rezar”.

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