SAN DIEGO — Lo siguiente es un mensaje de Pascua del Obispo Robert McElroy, de la Diócesis Católica de San Diego:
La Fiesta de Pascua constituye el eje central del año cristiano, puesto que en la Resurrección de Jesucristo encontramos nuestro llamado como discípulos a ennoblecer el mundo en el que vivimos, la seguridad de que Dios nos ha redimido por completo y para siempre, y nuestra convicción de que al final de nuestros días estamos destinados a vivir con nuestro Dios en el Reino de los Cielos al lado de todas aquellas personas a los que amamos en esta vida y quienes se nos adelantaron en el camino.
En las apariciones del Señor resucitado, los apóstoles simplemente están abrumados con el milagro de la Pascua -el poder de Dios sobre cualquier forma de sufrimiento humano incluso la misma muerte, el amor que Dios confiere sobre cada uno de nosotros de manera personal y sin reserva, y la gloria que yace ante nosotros en este peregrinaje terrenal.
El sufrimiento de los últimos dos años nos ha agobiado como personas de fe, como familias que han conocido el sacrificio y la enfermedad y como Iglesia que busca recuperar la vitalidad que hemos perdido.
Pero es en la belleza de la Resurrección de Cristo donde encontramos el contexto perdurable de la esperanza y gloria lo que puede sostenernos, acercarnos y fortalecer nuestros lazos de amor y afecto.
Cuando el Señor resucitado se encontró con los Apóstoles a la orilla del mar de Galilea, su regocijo fue profundo y palpable. Habían visto a Cristo crucificado y aun así ahora reconocían que vivía entre ellos una vez más.
Alegrémonos también nosotros en este día de descubrimiento y de fe, porque es el Señor quien nos guía en nuestro camino de fe y de vida, y es Jesucristo resucitado quien está a nuestro lado en todo momento con su insuperable poder y misericordia.