SAN DIEGO — Los obispos y arzobispos del país, representando a los más de 51 millones de católicos a lo largo y ancho del país, dijeron que es moralmente aceptable para los feligreses aplicarse las vacunas recién aprobadas por el gobierno federal para combatir el COVID-19.
De igual manera, comprometieron a trabajar más de cerca con ministerios de salud católicos y Caridades Católicas para:
- Promover las vacunas contra el COVID-19 en colaboración con los gobiernos estatales y locales, así como otras entidades
- Abogar en nombre de las poblaciones vulnerables para garantizar que tengan acceso a vacunas COVID-19 seguras y eficaces
- Proporcionar información regular y precisa a los feligreses y a la comunidad en apoyo a las vacunas contra el COVID-19 moralmente aceptables, seguras y eficaces.
La Conferencia Católica de California emitió una declaración el pasado 3 de diciembre confirmando el uso de las vacunas desarrolladas por Pfizer y Moderna. El Obispo de San Diego, Robert McElroy, es el actual presidente de la Conferencia.
“Lloramos por aquellos que han fallecido y por sus familias, y ofrecemos nuestras oraciones y apoyo a aquellos que se encuentran luchando con la pérdida de negocios, el desempleo, la soledad, la ansiedad y otros traumas provocados por esta calamidad”, dice el comunicado.
Los obispos dijeron que ambas vacunas han sido extensivamente estudiadas en rigurosos ensayos clínicos y que han demostrado ser efectivas en más de un 90 por ciento.
Había estado circulando información de que células madres de fetos abortados habían sido utilizadas en el desarrollo de estas vacunas.
Sin embargo, los presidentes de los Comités de Doctrina y Actividades Pro-Vida de la Conferencia Católica de Obispos de los Estados Unidos, la Asociación Católica de Salud y otros respetados teólogos morales han encontrado que estas vacunas son moralmente aceptables, continúa el comunicado.
La colaboración con las autoridades sanitarias es particularmente importante para atender a la población vulnerable, tales como trabajadores agrícolas, indocumentados y trabajadores de bajos salarios que buscan orientación y asistencia de los ministerios católicos.
“Aún nos queda mucho por hacer, pero ahora tenemos esperanza y un camino que apunta hacia adelante con base en el ministerio sanador de Jesucristo”, dice el comunicado. “Ponemos nuestra confianza en la providencia de Dios”.