CHALATENANGO, El Salvador — Entre los proyectos aprobados durante una reunión de obispos estadounidenses a principios de noviembre, se encontraba la ayuda a un seminario en El Salvador cuyo rector fue asesinado al estilo de una ejecución. Este hecho ocurrió en agosto, al costado de una carretera, cuando él se dirigía a su diócesis de origen para celebrar misa.
El Subcomité para la Iglesia en América Latina de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. aprobó una solicitud de $ 60,000 de fondos para el seminario San Óscar Arnulfo Romero a partir de una solicitud de subvención escrita por su rector, el padre Ricardo Antonio Cortez Martínez, cuyo cuerpo fue arrastrado a un campo de matorrales después de que le dispararan fatalmente el 6 de agosto.
Aun nadie ha sido arrestado por el crimen.
«El seminario fue uno de sus grandes amores», expresó el obispo William Iraheta de la Diócesis de Santiago de María al este de El Salvador en una entrevista con Catholic News Service el 26 de noviembre en Chalatenango.
La diócesis del obispo Iraheta es el hogar del seminario donde hombres de tres diócesis salvadoreñas — Santiago de María, Sonsonate, y San Miguel — disciernen el sacerdocio.
Sin embargo, el padre Cortez era sacerdote de la Diócesis de Zacatecoluca y con frecuencia viajaba para celebrar misa o asistir a otros eventos religiosos allí, cuando el tiempo fuera del seminario se lo permitía.
El obispo Iraheta manifestó que la preocupación del sacerdote era nivelar el campo de juego para que los jóvenes, incluidos aquellos que provenían de familias de escasos recursos, pudieran estudiar para convertirse en sacerdotes, incluso si ellos y sus familias no podían pagarlo.
«Cada generación viene con sus desafíos y aquí en este país, la base académica (para los seminaristas) no siempre es la misma», explicó el obispo Iraheta.
«Eso es a lo que nos enfrentamos, entonces hay que subvencionar a algunos de los jóvenes» durante la formación y el discernimiento, y la preocupación del padre Cortez era que los pobres no fueran excluidos de ese proceso, agregó.
En junio, menos de dos meses antes de su muerte, escribió para solicitar fondos de la Colecta de la Iglesia de Estados Unidos para la Iglesia en América Latina. Durante más de 50 años, esta colección ha financiado programas pastorales, formación de seminaristas y religiosos, y ministerios de jóvenes y familias como un signo de solidaridad entre los católicos de Estados Unidos y los de América Latina.
«La subvención de la iglesia en América Latina para financiar el Seminario San Óscar Arnulfo Romero en El Salvador es excepcional porque el rector, el padre Ricardo, había enviado la documentación justo antes de ser asesinado», comentó el padre oblato Leo Pérez, director de la colecta para América Latina. «Llegó después de su muerte, como si nos hablara desde su lugar en el cielo».
El obispo Iraheta indicó que los fondos representan «fraternidad» y serán invaluables para seguir la visión del padre Cortez.
Le manifestó a CNS que representa la cercanía y el apoyo invaluable de la iglesia en Estados Unidos y es otra «señal de amor fraterno» de la USCCB, particularmente porque se comprometieron a enviar $10,000 adicionales para apoyar un proyecto amado por el padre Cortez.
«No tengo palabras para expresar mi gratitud», indicó el obispo Iraheta. «Particularmente de personas cuyos rostros no conocemos. Hemos encontrado, personalmente, el amor y sentimos la fraternidad, y eso significa mucho para nosotros».
El obispo dijo estar convencido de que la vida de servicio del padre Cortez continuó, incluso después de la muerte, porque su trabajo a favor de los seminaristas llevó a la aprobación del subsidio.
«Como cristianos, somos parte del gran río de la vida», expresó. «Sé que continúa en una nueva vida, apoyando y orando para que el trabajo continúe».