Por Junno Arocho Esteves
CIUDAD DEL VATICANO — La esperanza cristiana ofrece a personas que sufren la seguridad de que Dios no abandona a su pueblo en su momento de necesidad, dijo el papa Francisco.
«Los problemas no desaparecen, las dificultades y las preocupaciones no faltan, pero no estamos solos; el Padre ‘envió a su hijo’ para redimirnos de la esclavitud del pecado y restaurar nuestra dignidad de niños», dijo el papa.
Para marcar el final de 2021, el papa Francisco participó en un servicio de oración vespertino en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, sorprendentemente, el papa no presidió el servicio de oración como estaba programado; en cambio, dijo la oficina de prensa del Vaticano, quería que lo presidiera el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.
El servicio incluyó el canto del «Te Deum» («Te alabamos, oh Dios») en acción de gracias por las bendiciones del año pasado, así como la adoración eucarística y la bendición.
Aunque no presidió la liturgia, el papa pronunció una breve homilía en la que reflexionó sobre la reciente celebración de la Navidad y destacó «el asombro y la contemplación» de los pastores que recibieron por primera vez el anuncio del nacimiento de Jesús.
A medida que más países se enfrentan a la propagación de la variante ómicron del virus COVID-19, el papa Francisco dijo que «la sensación de estar perdido ha crecido en el mundo durante este tiempo de la pandemia».
El papa, que usó un cubrebocas excepto cuando predicaba, explicó que si bien había un sentido de solidaridad al comienzo de la pandemia, «la tentación de ‘cada uno por sí mismo’ se extendió».
Sin embargo, el papa dijo que el mundo «reaccionó nuevamente con un sentido de responsabilidad», por lo que los cristianos deben estar agradecidos a Dios porque «la decisión de ser responsables solidarios no viene del mundo, viene de Dios».
Al contemplar a María como madre tanto de Jesús como de la Iglesia, el papa Francisco dijo que sigue llamando a los cristianos a seguir a Cristo en sus vidas y a confiar en Él.
Jesús, dijo el papa, «lleva el tiempo a su plenitud, da sentido a lo que hacemos y a los días que vivimos. Confiemos en los tiempos de alegría y en los tiempos de tristeza: la esperanza que nos da es una esperanza que nunca defrauda».