CIUDAD DEL VATICANO — Querer volver a cómo las cosas eran en el pasado no es cristiano, expresó el papa Francisco.
Hay una diferencia entre querer retroceder en el tiempo e inspirarse en las raíces de uno para seguir adelante con Cristo, manifestó.
Mirar hacia atrás para encontrar inspiración es bueno porque «sin raíces no podemos progresar», dijo. «Sin embargo, ir en reversa es retroceder para tener un método de defensa, una medida de seguridad que nos libra del riesgo de ir adelante, el riesgo cristiano de llevar la fe, el riesgo cristiano de caminar con Jesucristo».
El Santo Padre se dirigió a las personas que participaron en una Conferencia Internacional sobre Teología Moral, patrocinada por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
La conferencia, del 11 al 14 de mayo, se centró en «Prácticas pastorales, experiencia de vida, y teología moral: ‘Amoris Laetitia’ entre nuevas oportunidades y nuevos caminos» como parte de una exploración más profunda de la exhortación del papa Francisco de 2016 sobre la familia y cómo el documento puede ayudar a guiar la práctica pastoral de la iglesia.
El Sumo Pontífice dijo que existe el riesgo en este momento — que «hace tanto daño a la iglesia» — de querer «‘retroceder’, ya sea por miedo o por falta de ingenio o por falta de valentía».
Hay «muchas» personas que forman parte de la iglesia «que brotan como hongos, aquí, allá, y mas allá, y se presentan como un ejemplo de vida cristiana», acotó.
Un ejemplo, continuó diciendo, de volver al pasado en el campo de la teología moral es la «casuística», es decir, la práctica de establecer leyes generales sobre la base de algunos casos excepcionales o usando una forma de razonamiento que es legalista y despojada del amor y de la misericordia de Dios.
El papa señaló que la casuística era «el alimento» de sus estudios de teología moral y los de su generación, y aunque ahora está obsoleta, este «tomismo decadente» aún puede resucitar y disfrazarse con propuestas de lo que uno puede o no puede hacer.
«Amoris Laetitia», expresó, es un ejemplo de la doctrina viva de Santo Tomás de Aquino. Este santo enseñó que hay factores, como la ignorancia, que pueden disminuir la culpabilidad de un acto objetivamente pecaminoso.
El papa dijo que este enfoque «nos ayuda a avanzar arriesgándonos, pero en obediencia. Y esto no es fácil».
Se necesita una mayor reflexión y diálogo en diferentes campos académicos y teológicos para ayudar a apoyar a las familias y abordar verdaderamente las «heridas de la humanidad», indicó.
Hoy la familia puede jugar un papel importante en la «conversión pastoral de nuestras comunidades y la transformación misionera de la iglesia», dijo. «Para que esto suceda, es necesario que haya, incluso a nivel académico, una reflexión teológica verdaderamente atenta a las heridas de la humanidad».
Sacerdotes y teólogos deben reconocer «la relación inseparable, a pesar de las pruebas y dificultades de la vida, entre la conciencia humana y el bien», dijo el papa Francisco. «La moral evangélica está lejos de ser un moralismo, que se convierte en una observancia literal de las normas» para asegurarse el ser justos ante Dios, y no es una especie de idealismo «que, en nombre de un bien ideal, desalienta y aleja del bien posible».
El bien, acotó, es «una llamada, una voz que libera y estimula la conciencia», en la que reside una ley escrita por Dios: amar el bien y evitar el mal.
La conferencia fue una de las iniciativas del Año de la Familia que concluye el 26 de junio, con motivo del Encuentro Mundial de las Familias en Roma. El papa Francisco instituyó el Año de la Familia para ayudar a fortalecer la fe y vivir más fructíferamente la alegría de Dios en la vida familiar.