CIUDAD DEL VATICANO — El papa Francisco llegó públicamente, por primera vez, en una silla de ruedas al Vaticano para una reunión con participantes de la asamblea plenaria de la Unión Internacional de las Superioras Generales.
El papa de 85 años ha estado experimentando fuertes dolores en la rodilla durante meses y le dijo a un periódico italiano el 3 de mayo que su médico le había recomendado reposo e «inyecciones» en la rodilla; el Vaticano no ha aclarado si las inyecciones serían de cortisona, ácido hialurónico u otra terapia típicamente utilizada para tratar el dolor o el deterioro de las articulaciones.
Cuando el papa se reunió el 5 de mayo con representantes de la organización de superioras generales llegó en una silla de ruedas empujada por su asistente personal, Sandro Mariotti.
Las superioras celebraron su asamblea plenaria en Roma del 2 al 6 de mayo enfocándose en el tema «abrazar la vulnerabilidad en el camino sinodal». El papa Francisco entregó a líderes de la organización su texto preparado, pero respondió a las preguntas en lugar de leer el discurso.
Según la oficina de comunicaciones de la organización, la discusión incluyó la guerra en Ucrania, la necesidad de ofrecer ayuda a largo plazo a Ucrania y los ucranianos, la importancia del discernimiento dentro de las comunidades religiosas, el colonialismo y la importancia de ser fieles al carisma fundacional de la orden. sin ser «rígido».
Uno de los tuits de la oficina decía que el papa les dijo que no fueran «monjas congeladas» en un tiempo particular.
El Vaticano no publicó de inmediato una transcripción de las preguntas de las hermanas y las respuestas del papa.
En el texto entregado a los superiores, el papa Francisco se refirió al relato evangélico de Jesús lavando los pies a sus discípulos y diciéndoles que hicieran lo mismo.
«La iglesia aprende de su Maestro que, para poder dar su vida en el servicio a los demás, está invitada a reconocer y aceptar su propia fragilidad y, desde allí, a inclinarse ante la fragilidad de los demás», dijo.
Pero, escribió, el servicio «no es una cuestión de servidumbre. Rebajarse no es retraerse en las propias heridas e incoherencias, sino abrirse a la relación, a un intercambio que dignifica y sana, como hizo con Pedro, y desde donde comienza un nuevo camino con Jesús».
En la preparación del Sínodo de los Obispos de 2023 y, más en general, en trabajar para que la Iglesia misma sea más «sinodal», más colaboradora e inclusiva, dijo: «Cuento con ustedes, queridas hermanas, a la hora de acompañar al pueblo santo de Dios en este proceso sinodal, como expertas en construir comunión, en propiciar la escucha y el discernimiento».
«Cuento con ustedes para que el proceso sinodal que estamos viviendo en la Iglesia tenga lugar también en el seno de sus institutos, donde jóvenes y mayores intercambien su sabiduría y visiones de la vida consagrada; donde todas las culturas se sienten en la misma mesa del Reino; donde las historias se procesen a la luz de Jesús resucitado y de su perdón; donde los laicos puedan participar de vuestras espiritualidades», dijo.
El papa Francisco también dijo que la «renovación sinodal» involucraría a comunidades de mujeres religiosas que se cuidan unas a otras, especialmente para «pequeñas congregaciones o aquellas que están disminuyendo hasta el punto de encontrar difícil la sostenibilidad».
La sinodalidad también debe practicarse dentro de las órdenes religiosas, dijo, llevando a las hermanas a reflexionar y orar sobre los cambios que Dios puede querer en los ministerios que realizan y, en particular, «en la forma en que vivimos el servicio de la autoridad».
«¿Cómo podemos trabajar para una autoridad que es evangélica, una autoridad que no deja heridas en el camino, sino crecimiento?» preguntó el papa Francisco.
Les dijo: «No tengan miedo en esta búsqueda de nuevos ministerios y de nuevas formas de ejercer la autoridad evangélicamente. Que no sea una búsqueda teórica e ideológica –las ideologías mutilan el Evangelio–, sino una búsqueda que parta del acercamiento a los pies de la humanidad herida y del caminar al lado de las hermanas y los hermanos heridos, comenzando por las hermanas de sus comunidades».