CIUDAD DEL VATICANO — La Cuaresma es un momento para un diálogo más profundo con Dios por medio de la oración, una gratitud renovada a la misericordia de Dios y una mayor compasión hacia las personas cuyas vidas están siendo atacadas, dijo el papa Francisco.
Además, la gente no debe mostrar generosidad solamente por sus donativos caritativos, sino que también deben trabajar por un cambio estructural real de la «vida económica» de hoy día, dijo el papa en su mensaje anual para la Cuaresma que comienza el 26 de febrero para los católicos de rito latino.
Contemplar el gran misterio de la muerte y resurrección de Jesús y ponerlo en el centro de la propia vida «significa tener compasión por las heridas del Cristo crucificado presente en muchas víctimas inocentes de guerras, en ataques a la vida, desde la de los no nacidos a la de los ancianos, y diversas formas de violencia»», dijo el papa en su mensaje.
Estas heridas «también están presentes en desastres del medio ambiente, la distribución desigual de los bienes de la tierra, el tráfico humano en todas sus formas y el incontrolado afán de lucro, que es una forma de idolatría», dijo.
Los cristianos no sólo están llamados a compartir generosamente la riqueza del Evangelio y los dones de Dios, «hoy, también, hay necesidad de apelar a los hombres y mujeres de buena voluntad a compartir sus bienes con los más necesitados, como medio de participar personalmente en la construcción de un mundo mejor», dijo.
«La entrega caritativa nos hace más humanos, mientras que el acumular es un riesgo de hacernos menos humanos, cautivos de nuestro propio egoísmo», dijo.
«Podemos y debemos ir aún más allá, y considerar los aspectos estructurales de nuestra vida económica».
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