CIUDAD DEL VATICANO — La luz y la belleza de Cristo son una invitación a reconocer el amor de Dios en los momentos ordinarios de la vida, dijo el Papa Francisco.
Hablando a unos 25,000 visitantes reunidos para rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro el 5 de marzo, el Papa reflexionó sobre la lectura del Evangelio de San Mateo sobre la Transfiguración de Jesús, en la que se aparece a los discípulos en gloria radiante.
El Papa explicó que presenciar la «luz de la santidad de Dios» irradiada por Jesús no es un «momento mágico» fuera del tiempo, sino que es lo que da a los discípulos «la fuerza para seguirlo hasta Jerusalén, hasta la cruz».
La Transfiguración, dijo, es una llamada para que los discípulos sepan «reconocer en Él la misma belleza, cuando suba a la cruz y su rostro sea desfigurado».
«La belleza de Jesús no aparta a los discípulos de la realidad de la vida», dijo, «te lleva siempre adelante, no hace que te escondas».
Del mismo modo, el Papa Francisco dijo que los cristianos están llamados a reconocer la belleza de Dios a su alrededor e irradiar su amor a través de sus acciones.
«Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor en torno a nosotros», dijo el Papa. «Aprendamos a reconocerlos y a llenarnos el corazón con ellos».
Pidió a los cristianos «llevar también a los demás la luz que hemos recibido, con las obras concretas del amor, sumergiéndonos con más generosidad en las tareas cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad».
A continuación, el Papa Francisco instó a los presentes a reflexionar sobre cómo permanecen abiertos a reconocer el amor de Dios a su alrededor y se resisten a alienarse de su entorno.
