Padre Bernardo Lara
(SAN DIEGO) — Dentro del campo de la teología moral Católica encontramos el término “casuística”, el cual se refiere a un método de pensamiento que busca resolver problemas morales mediante la aplicación estricta de reglas en un determinado caso.
A simple vista esto pudiera parecer algo razonable y quizás hasta correcto. Básicamente, tú haces “algo” como mentir, robar o decir una grosería y luego uno aplica las reglas y decide si eso que hiciste es correcto o incorrecto. Idealmente, se tendría que tomar en cuenta las circunstancias por las cuales uno actuó de ese modo. El problema es que no siempre es así y este tipo de pensamiento nos hace limitar la fe y nuestra relación con Dios estrictamente a un montón de reglas.
Entonces, uno simplemente sigue órdenes, como robot. Nos volvemos casi como la “Alexa” de Amazon que hay en muchas casas o la “Siri” del iPhone las cuales solo reciben órdenes y las ejecutan: “Alexa, ¿Dime cuál es el clima de hoy?”; “Alexa, pon una alarma dentro de 30 minutos”.
La fe, nos dice el Papa Francisco, no es casuística. No se trata solamente de decir “faltar a Misa es pecado” o “esta persona no puede comulgar”. Con ese pensamiento corremos el riesgo de convertirnos en personas que toman sus decisiones pensando en “que tanto puedo pecar sin caer en pecado”. Un ejemplo común es el de “Padre, ¿qué tan tarde puedo llegar a Misa y que todavía me cuente?”
No se trata de seguir reglas ciegamente. Citando al Papa Francisco, decimos que no es cuestión de “hasta aquí se puede, hasta aquí no se puede”. Esto aplica para todos los aspectos de nuestra vida desde una mentira piadosa, hasta la hora de juzgar a alguien digno de comulgar o no.
Hay que entender que no somos jueces para juzgar, y si de plano estamos tentados a hacerlo, tenemos que recordar que el puro acto, lo que uno ve, no es suficiente para formar un juicio o una opinión.