WASHINGTON — Las mujeres llegaron al pequeño país cuando este se encontraba al borde de la guerra, cada una con una experiencia diferente formada en círculos católicos de varias partes de Estados Unidos: Queens y Brooklyn en Nueva York, Connecticut y Ohio.
Las religiosas Ursulina y Maryknoll provenían principalmente de familias de clase trabajadora, y la misionera laica venía de la comunidad afluente de Westport en Connecticut.
Aunque solo interactuaron durante unos pocos meses, la fe que las unía, las llevó a alimentar, vestir y brindar refugio a cientos de personas afectadas no solo por la guerra sino también por el hambre en El Salvador.
El 2 de diciembre, las hermanas Maryknoll Maura Clarke e Ita Ford, la hermana ursulina Dorothy Kazel, y la mujer laica Jean Donovan serán recordadas por todo el mundo en el 40 aniversario de lo que muchos consideran cada vez más como su martirio.
Su llamado espiritual las llevó ese día de 1980 a una tumba poco profunda, compartiendo así, con decenas de miles de católicos salvadoreños, una historia sangrienta y brutal en un país donde sufrieron violaciones, golpizas y, muchas veces, fueron asesinados por tratar de ayudar a quienes los rodeaban.
Su ejemplo, basado en las enseñanzas del Evangelio, expresan algunos, debería conducir ahora a un momento de reflexión y discernimiento sobre si se les debe abrir una causa de canonización.
«La canonización de estas cuatro mujeres es una idea cuyo momento ha llegado», expuso Carlos X. Colorado, un abogado nacido en El Salvador que escribió y es representante del destacado blog «Super Martyrio», el cual siguió durante años la causa de canonización del ícono de los derechos humanos en El Salvador, San Oscar Romero.
«Fueron asesinadas el mismo año que San Romero, en el mismo país y por la misma causa», explicó Colorado. «Si él fue un mártir y es santo, se deduce que ellas también lo son, a menos que alguien pueda probar lo contrario».
Colorado, quien vive en el área de Los Ángeles, declaró que, a lo largo de los años, ha desarrollado una devoción personal por las mujeres y, como estudiante de derecho, publicó un artículo en una revista de leyes que analiza el juicio en Estados Unidos de dos generales salvadoreños que se cree han jugado un papel en la orquestación de lo que les sucedió a las mujeres.
Y aunque Colorado tiene vínculos con El Salvador y Estados Unidos, el sacrificio de las cuatro mujeres ha despertado el interés mundial que solo ha aumentado con los años.
«Lo que hemos descubierto es que la admiración y la devoción por las cuatro mujeres no ha disminuido 40 años después, y es tan fuerte o más fuerte que nunca», comentó Julian Filochowski, presidente del Archbishop Romero Trust en Londres, nombrado así por San Romero, cuya voz y mensaje escuchaban en la radio las mujeres a menudo.
En una entrevista el 20 de noviembre con Catholic News Service, Filochowski indicó que este año en particular, incluso con la pandemia que se vive a nivel mundial, el ejemplo de las mujeres de vivir su fe se observará en un escenario global.
Misas, un tributo musical y seminarios web sobre sus vidas, desde Londres a Roma, y varios eventos cibernéticos en Estados Unidos marcarán la ocasión, que incluirá la bendición de las tumbas de las hermanas Ford y Clarke, las únicas dos de las cuatro que están enterradas en El Salvador.
La bendición tendrá a continuación una Misa nacional cerca de su lugar de entierro en Chalatenango, donde sirvieron las Maryknollers. La misma será celebrada por los obispos del país para cerrar el año jubilar de los mártires salvadoreños que el país está viviendo.
«Fueron un manto de misericordia y compasión», declaró el obispo Oswaldo Escobar Aguilar, cabeza de la Diócesis de Chalatenango. «Se compadecieron de la realidad que estaba viviendo El Salvador».
Su ejemplo de proteger a los niños, alimentar y vestir a los adultos, y llevar a muchos a un refugio, impresionó tanto al obispo Eduardo Alas Alfaro, primer prelado de la diócesis, que instituyó el Día de los Mártires de Chalatenango para que se celebrara el día del asesinato de las mujeres, expresó el obispo Escobar.
Si bien sus acciones, para muchos, se consideran heroicas, durante un tiempo hubo la sensación de que abrir una causa de canonización para las mujeres «era poco probable de ser fructífera», expuso Filochowski.
Los católicos que defendieron a los pobres en El Salvador a menudo fueron acusados de alinearse con la política de izquierda en lugar de considerar que estaban siguiendo sus creencias religiosas al defender la vida y la dignidad de los vulnerables.
El obispo Escobar señaló que incluso San Romero enfrentó a la oposición y a los ataques contra su santidad durante décadas, acusándolo de perseguir motivos políticos en lugar de seguir el Evangelio, cuando se trataba de defender a los pobres. Entonces, todos los demás también tuvieron que enfrentar una batalla ideológica similar.
Pero Filochowski comentó que la canonización de San Romero en 2018 y dos próximas beatificaciones en El Salvador puede hacer de este un momento «propicio» para reflexionar sobre la santidad de las mujeres estadounidenses que fueron asesinadas por razones similares.
El Salvador espera la próxima beatificación del jesuita salvadoreño padre Rutilio Grande y dos compañeros martirizados en 1977. El padre Grande era amigo de San Romero que defendía a las poblaciones rurales.
También está la beatificación del padre franciscano Cosme Spessotto, un misionero italiano que, como las mujeres, dejó su país natal para trabajar con los pobres de El Salvador. Él también habló contra las injusticias y fue asesinado a quemarropa en 1980, solo unos meses antes que las mujeres.
Muchos como Colorado ven similitudes en la forma en que todos vivieron y murieron.
«Deben ser reconocidas porque son mujeres, y en El Salvador, las mujeres fueron asesinadas por la fe junto con los hombres en números bárbaros, pero todavía pensamos en el martirologio latinoamericano (la lista de mártires) como una institución masculina. No lo es», expuso Colorado.
Incluso el símbolo de una mujer en una cruz en un mural que representa a las cuatro mujeres estadounidenses y a San Romero causó controversia, explicó Melissa Altman, una misionera laica de Maryknoll, quien ayudó con la obra de arte en la ciudad salvadoreña de Zaragoza.
«La gente de la parroquia señaló: ‘Este no es Jesús’, pero el párroco dijo: ‘Esto es para honrar (un mural anterior) y también para la ‘mujer’ perseguida en El Salvador'», exteriorizó Altman, explicando que el artista había querido representar la persecución de las mujeres que defendían su fe.
«Cuando miras la historia, ves cuántas mujeres fueron perseguidas y asesinadas por defender su fe», expresó Altman. «Es bueno que él (el sacerdote) se mantuviera firme. Es un punto focal».
Una foto de las cuatro mujeres estadounidenses apareció recientemente en un volante emitido por la Diócesis de Chalatenango junto con la conferencia de obispos del país, anunciando la Misa nacional por los mártires. Las mujeres estaban a un lado de la foto central de San Romero y la imagen de los sacerdotes en espera de beatificación al otro. El poster dice «nuestros mártires, artesanos de la paz, la justicia y la verdad».
Si bien tres de las cuatro mujeres eran religiosas, Donovan, una laica que había completado la formación misionera en un centro Maryknoll, también ilustra cómo las mujeres laicas igualmente pagaron con sus vidas el seguir el Evangelio, indicó Colorado.
«La presencia de la misionera laica Jean Donovan en el grupo es también un recordatorio de que muchos laicos — catequistas, delegados de la palabra, sacristanes, voluntarios y simples feligreses — también derramaron su sangre en esta gran persecución», agregó.
Filochowski mencionó que las cuatro son «testigos muy especiales» en una «nube» de mártires en el país y representan a las innumerables «mujeres mártires sin nombre» que dieron su vida ayudando a otros durante los años del conflicto civil.
Dijo que espera que los 40 años posteriores a su muerte marquen un «momento kairós», un momento crítico y oportuno, para examinar su «enorme valentía, con la que se hicieron una opción realmente genuina para los pobres».