SAN DIEGO – El Obispo Robert McElroy celebró la Misa de Noche Buena en la Catedral de San José con un lleno total.
En su Homilía compartió anécdotas sobre su reciente experiencia en el Sínodo para la Amazonía; convocado por el Papa Francisco para abordar temas sobre la crisis social, económica, ambiental y pastoral de esta vasta región. Un aspecto principal fue cómo servir a los casi tres millones de indígenas que viven ahí. El Obispo McElroy fue uno de los dos obispos de Estados Unidos invitados por el Santo Padre; la mayoría de los Obispos y clero que participaron en el Sínodo brindan sus servicios en la Amazonía.
Los siguientes son pasajes de su Homilía:
“En el sínodo, una gran esperanza es el pueblo indígena, aún cuando están siendo despojados de sus tierras, ellos conservan su sentido de comunidad, su sentido de fe y su sentido de la bondad de Dios.
“Tuve la oportunidad de hablar con un sacerdote indígena, el Padre Martín, que vive y trabaja en comunidades ocultas, gente que se ha aislado a propósito. Se han retirado de sus tierras y de la cultura en general porque es tan inhóspita a su estilo de vida.
“(Este sacerdote) vive en una canoa; viaja en su canoa a lo largo del río. Durante 18 años ha atendido a las comunidades indígenas, llevándoles la presencia de la Eucaristía y de Cristo.
“Los encuentra esperándolo – muchos, muchos de ellos son católicos – con un sentido de expectativa y alegría.
“Le pregunté: ‘¿No es duro hacer esto durante tantos años?’.
“‘Sí lo es,’ me respondió. Agregó que no es un modo de vida fácil. Sin embargo, dijo que de alguna manera sentía que así personificaba el llamado de Cristo, quien vino a este mundo a encontrarnos aún en nuestro escondite.
“Y realmente creo que de eso se trata la Fiesta de Navidad.
“Se trata de la encarnación de Cristo, quien vino a este mundo, tomó forma humana, se convirtió en uno de nosotros; vivió, sufrió, murió y experimentó todas las alegrías y desafíos de un ser humano.
“En la historia humana, Cristo hizo eso, y así nos ha salvado de una vez por todas. Nos hemos redimido en Jesucristo.
“Pero en un modo muy real la encarnación es la contínua llegada de Cristo al mundo y a nuestras vidas.
“Y tenemos que comprender que Cristo nos llama a cada uno de nosotros, particularmente cuando nos escondemos, particularmente cuando nos sentimos perdidos, particularmente cuando nos sentimos distanciados, particularmente cuando nos sentimos abandonados. Es en esos momentos, – como cuando el Padre Martín viaja por el río buscando a quienes están escondidos – en esos momentos de nuestro abandono cuando Cristo viene a nosotros.
“Ese es el mensaje de la encarnación de Cristo hoy, que hemos sido redimidos de una vez por todas y que Cristo viene a nosotros en cada momento buscando envolvernos con Su amor y misericordia, que nos convence que la bondad en nuestro corazón es mucho más grande que los fracasos que tenemos.
“Y que Dios nos ve en nuestros momentos de mayor vulnerabilidad, no como un fracaso, sino con amor y misericordia.
“Y es por eso que la palabra ‘misericordia’ es tan importante en nuestra Iglesia. El concepto de misericordia es el siguiente: Cuando vemos a Dios y comprendemos que la relación principal de Dios con nosotros es la misericordia entendemos dos cosas, una, que vamos a fracasar, y dos, que Dios viene a nosotros en ese fracaso y nos ama y quiere estar presente con nosotros. De eso se trata la encarnación.
“Es un evento en la historia humana que transformó nuestra salvación, pero es también el continuo llamado de Cristo en el mundo.
“Cristo en la humanidad, quién sabe lo que es sufrir, quién sabe lo que es luchar, quién sabe lo que es sentir alegría, quién viene a cada uno de nosotros y nos dice, ‘Quiero ser parte de tu vida en todo aspecto, especialmente en tu escondite”.