Perspectiva: ¡Mi alma tiene sed de Ti, Señor!

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Por Ricardo Márquez

SAN DIEGO — Mientras todo funciona bien no sentimos las necesidades. Cuando el calor del desierto arrecia entonces se hace más consciente la necesidad del agua, sentimos lo que es la sed.

El tema de la sed es un tema recurrente en el camino del crecimiento espiritual.

“Mi alma tiene sed de ti;
todo mi ser te anhela,
cual tierra seca, extenuada y sedienta”. (Sal 63:1)

Compartimos esa sed universal de sentido y trascendencia con todos los seres humanos que de manera consciente o inconsciente buscan saciarla. Las distintas religiones ofrecen caminos para satisfacer esa sed universal, cada una a su manera y de acuerdo a sus tradiciones culturales. Sed de felicidad, sed de sentido, sed de paz y armonía…El espíritu nos impulsa y nos anima, nos inquieta y nos llama a todos a saciar esa sed de absoluto y misterio que marcan nuestra existencia.

Las distancias, las barreras, los aislamientos de estos tiempos nos han hecho sentir con más fuerza la sed de los abrazos, la sed de los encuentros, la sed de vernos y tocarnos… Son tiempos intensos de sed.

En el pozo de nuestra tradición cristiana encontramos pistas para saciar esa sed.

Cuando Jesús, cansado de caminar, se sienta al borde de un pozo de agua con una mujer Samaritana nos regala y nos revela un nuevo significado del agua y de la sed (Jn 4: 1-26). Los planos materiales y divinos se mezclan en este diálogo, el agua del pozo y el agua viva. La Samaritana nos representa a todos en la búsqueda del agua viva, de la felicidad y del consuelo en el sufrimiento. Jesús se identifica con el agua viva, aquella que si se toma aplaca nuestra sed. El agua viva se la ofreció Jesús al romper las barreras de la discriminación, en la compresión de su sufrimiento, en su trato respetuoso y compasivo; son esas realidades intangibles del amor, respeto y compasión que sacian la sed del alma. 

Es significativo que al final del último libro de la Biblia,  el Apocalipsis (Ap. 22:17) se recoja de nuevo el tema de la sed: “El que tenga sed, que se acerque; y el que lo desee, reciba gratuitamente el agua de la vida”. Una invitación para beber libremente del mensaje y la vida de Jesús. 

Pasamos años de nuestras vidas buscando saciar esa sed del alma con las aguas “materiales” de diferentes pozos, con la ilusión que mientras más recolectemos y almacenemos menos sedientos estaremos, pero el alma sigue reseca y sedienta porque no nos hemos acercado para recibir el agua viva que gratuitamente se nos ofrece…y esa agua viva es fresca y sencilla, “ámense como yo los he amado”.

¡Señor dame de beber!

Ricardo Márquez, PhD, es director asociado de la Oficina de  Vida Familiar y Espiritualidad en la Diócesis Católica de San Diego. Se puede contactar en el correo rmarquez@sdcatholic.org.

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