Perspectiva: Nuestra vida es una ‘acción de gracias’ si vemos la realidad

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POR RICARDO MÁRQUEZ

No estás deprimido, dice un poeta latinoamericano, Facundo Cabral, estas distraído, distraído de las bellezas que te rodean, del calor que te regala el sol para vivir, del aire que respiras, de las flores del campo y los pájaros que cantan, de la música de Mozart y del arte de Miguel Ángel, de la sonrisa del niño y la lágrima del anciano….

Si lográramos VER la realidad desde la perspectiva trascendente, con la perspectiva del Creador, el asombro ante lo que vemos nos llevaría espontáneamente a dar gracias sin parar, nuestra vida se convertiría en una “acción de gracias” (“eucaristía”) permanente.

La velocidad y el estrés en el que normalmente vivimos no nos permiten “Ver”. No podemos ver los rostros de las personas desde la velocidad de nuestro auto. No podemos ver y contemplar las matas y las flores al salir de nuestra casa corriendo para llegar a tiempo al trabajo. Si Jesús hubiera viajado en autobús no hubiera contemplado los lirios del campo, ni se hubiera encontrado con la samaritana en el pozo, ni nos hubiera hablado del grano de mostaza.

Los místicos sienten la presencia del misterio de Dios en todo, y todos estamos invitados a ser místicos, a ver y encontrar a Dios en todas las cosas como experimentaron, entre otros, Ignacio de Loyola,  Francisco de Asís, Teresa de Ávila y Teresa de Calcuta.

De esta experiencia de asombro y sobrecogimiento ante la grandeza y esplendor de lo que vemos nace el agradecimiento, y el misterio de esa grandeza lo podemos apreciar en lo grande y en lo más pequeño. Tan conmovedor puede ser un atardecer en el Gran Cañón de Arizona, o una luna llena en el Amazonas, como la primera mirada de tu hijo, el vuelo de un colibrí o el abrazo de tu abuelo.

La actitud agradecida es un don, no es sólo una manera educada de vivir, es una gracia que hay que pedir, es una respuesta genuina del alma que ve y siente los regalos del Creador en todo lo que ve.

El agradecimiento abre el corazón, lo hace magnánimo, lo expande, lo hace templo de la creación y la vida.

Dar gracias activa nuestras capacidades apreciativas, nos impulsa a ver lo bueno, lo que nos conecta y nos une, nos hace “abejas del reino”, abejas y no “moscas” que atraviesan jardines floreados ignorando la belleza para alimentarse de la basura.

Cuando entendemos y aceptamos que la vida es un regalo entonces naturalmente nos abrimos a darle gracias al que nos la dio. La acción de gracias es lo que une al Creador y a la criatura. Cuando ofrecemos algo a alguien damos de lo que nos sobra,  pero cuando damos gracias, damos algo de nosotros mismos. La acción de gracias crea un vínculo entre el que da y el que recibe, entre Dios y nosotros. Damos gracias porque nos invade y sobrecoge el amor que sentimos en el regalo, y quien nos regala no busca controlarnos o hacernos dependientes, sino busca “poner su tienda entre nosotros”, cultivar la intimidad de una relación que se expande y se nutre en el servicio, el respeto y el amor fraterno.

Bienaventurados los agradecidos porque ellos verán el regalo de Dios en todo, otra manera de decir, “Bienaventurados los limpios de Corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8).

Ricardo J. Márquez, PhD, es director asociado de la Oficina de Vida Familiar y Espiritualidad, e invitado frecuente del programa de radio Vive Feliz. Se puede contactar en rmarquez@sdcatholi.org.

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