Por el Obispo Auxiliar Ramón Bejarano
SAN DIEGO — Todo objeto, rito o acción que hacemos durante la Misa tiene un significado más profundo y espiritual de lo que nuestros sentidos pueden captar.
El altar es Cristo la piedra angular. El agua bendita es muerte y vida, bautismo y purificación. El incienso es nuestra oración que sube al cielo. Y podemos seguir enumerando muchos más. Nuestra ofrenda también tiene un sentido profundo y espiritual. Reflexiona un momento en el salario que recibes. Cuando ves ese cheque o deposito en tu cuenta bancaria, ¿Qué trae a tu memoria? Piensa en tu esfuerzo por levantarte cada día, prepararte y llegar a tu trabajo. Piensa en el esfuerzo físico o mental y el cansancio al final del día. Piensa en sacrificios, dolencias, y los días que desearías no haber ido a trabajar. Piensa en tus temores de quedarte sin trabajo, o no tener la salud para realizarlo. Piensa en los buenos momentos de cada día, las personas que has conocido, las amistades que has hecho, en tus ilusiones, en la satisfacción por hacer lo que haces, o el esfuerzo extra que hiciste y por el cual recibiste el reconocimiento de tus jefes y compañeros. Piensa en lo que has aprendido y las promociones que has recibido.
Piensa ahora en lo que tu salario te da. Ese salario te da un lugar donde vivir, viste y da de comer a ti y a tu familia, te ayuda a pagar los servicios de luz, teléfono, TV, internet, etc. Con ese salario pagas tus deudas o compromisos, y ayudas a otros, ya sea miembros de tu familia, o alguna organización de caridad.
Todo eso y más representa lo que tu das en tu ofrenda.
Ya sea que hagas tu ofrenda en efectivo, cheque, en línea o electrónicamente, cada vez que estés en Misa y presentes tus dones ante el altar, piensa en todo lo que significa ese gesto que estás haciendo. Aunque muchas veces no lo parezca, este momento es de profunda espiritualidad. Considera que estas dando un regalo a Dios y a su Iglesia. En ese momento ora dando gracias a Dios por el trabajo, por la salud, y por los esfuerzos y sacrificios que tu ofrenda representa. Menciona que estas feliz y agradecido/a de regresarle algo de lo mucho que te ha dado. Dile que, junto con esa ofrenda, tu también te ofreces en cuerpo, alma y espíritu, y te unes a Él en el sacrificio del altar.
Pídele que, así como el pan y el vino son transformados en su Cuerpo y Sangre, que todo tu trabajo, esfuerzo y sacrificios, sean transformados en bendiciones para ti y tu familia. Suplícale que nunca te falte un buen trabajo, fuerzas y salud para hacerlo. Pide que a través de ese trabajo santifiques tu vida y le des gloria a Él. Recuérdale que confías plenamente en Él y en su divina providencia. Y así, a través de tu disposición y oración, habrás hecho de tu regalo de ofrenda, una experiencia espiritual.
El Obispo Auxiliar Ramón Bejarano sirve en la Diócesis de San Diego desde julio del 2020. Se puede contactar al correo rbejarano@sdcatholic.org.